Londres elige a un alcalde musulmán

El laborista Sadiq Khan se impone por nueve puntos a su rival conservador. "Seré el alcalde de todos", promete.

El Mundo, CARLOS FRESNEDA LONDRES CORRESPONSAL, 07-05-2016

El laborista Sadiq Khan, hijo de un conductor de autobús paquistaní, se ha convertido en el primer alcalde musulmán de una capital europea a sus 45 años. El cambio de guardia se consumó ayer en Londres, ante los ojos atónitos del conservador Boris Johnson, que dice adiós a sus ocho años de mandato de la manera más insospechada.

Khan se impuso por nueve puntos (44% a 35%) a su rival conservador Zac Goldsmith, pese a la guerra sucia urdida junto al propio Johnson y a la que también se apuntó el premier David Cameron, empeñados en desacreditar al ya alcalde como «radical» y como «extremista». El edil musulmán, salpicado también lateralmente por la polémica del antisemitismo en el Partido Laborista, prefirió enterrar las rencillas y prometió trabajar por «la unidad y la esperanza» en la capital británica: «Seré el alcalde de todos los londinenses, y no de unos pocos». Khan logró 1.150.579 votos frente a los 910.940 de Goldsmith. En total, fueron emitidos 2,6 millones de votos, lo que resulta en un 45% de participación.

La victoria de Khan supuso un balón de oxígeno para su jefe de filas, Jeremy Corbyn, que sorprendió a propios y extraños con un resultado bastante mejor que el que se esperaba en las elecciones locales de Inglaterra, pese a los batacazos del laborismo en los comicios regionales de Escocia y Gales.

«Nos hemos mantenido», terció Corbyn, en un mensaje dirigido a los críticos dentro de su partido y a la campaña incesante de los medios conservadores, que auguraron una «debacle» que al final no fue tal. El hostigamiento mediático tampoco dio sus frutos en el caso de Sadiq Khan, que sin embargo vio peligrar su holgada ventaja de 20 puntos en la recta final de la campaña.

Khan huyó del triunfalismo e intentó mantener un perfil bajo durante toda la jornada post-electoral. Reunido con su equipo mientras duraba el agonizante recuento, apareció al final a última hora del día en el Ayuntamiento, para dar las gracias a su ejército de voluntarios y reiterar sus promesas electorales: trabajar por la integración, construir 50.000 viviendas «asequibles» al año y congelar las tarifas de transporte durante cuatro años.

El alcalde musulmán ha roto también una lanza a favor de la permanencia en la Unión Europea y ha asegurado que será básica para garantizar la prosperidad en Londres, así como su condición de capital cultural y financiera del Viejo Continente. Durante la campaña, Khan marcó claramente diferencias con su mensaje eurófilo frente al euroescepticismo de su rival, el hijo de Sir James Goldsmith, fundador del Partido del Referéndum.

Zac Goldsmith, que arrancó la campaña con la vitola del conservador verde prometiendo un aire más limpio, derivó pronto hacia la guerra sucia contra Khan, curtido como boxeador en su juventud. Goldsmith encajó ayer los golpes de su propio partido por haber seguido a ciegas las instrucciones de su estratega, Lynton Crosby, y haberse olvidado de conectar con las preocupaciones de los londinenses, que a diferencia de Boris Johnson nunca le percibieron como uno de los suyos.

Sadiq Khan logró sin embargo derribar la barrera con una campaña urdida barrio a barrio y con una especial dedicación a las minorías étnicas, que constituyen ya el 44% de la población en la capital británica. El cambio demográfico ocurrido en la última década explica también el ascenso del nuevo alcalde: los musulmanes han superado la barrera del millón en Londres y constituyen ya el 12% de la población, con grandes bolsas de inmigrantes de Pakistán, Turquía, Bangladesh, Somalia, Nigeria, Irak o Afganistán, principalmente en los barrios del este y del sur de la ciudad.

En respuesta a las críticas recibidas durante la campaña, Sadiq Khan (que ejerció de abogado y estuvo al frente de la organización de derechos civiles Liberty) declaró que la lucha contra el extremismo ha sido una de las constantes en su vida y que la seguridad de Londres ante la amenaza del terrorismo será otra de sus prioridades.

Su triunfo en las municipales ha enmudecido al premier, David Cameron, que hace apenas dos semanas expresó en el Parlamento su «preocupación» por los supuestos vínculos de Khan con el clérigo radical Sulaiman Gani. La ministra del Interior, Theresa May, llegó a decir que era «inseguro» entregarle a Khan la vara de alcalde «mientras exista la amenaza de terrorismo», y teniendo en cuenta su historial en defensa de «extremistas» mientras fue abogado especializado en derechos humanos.

Khan tuvo que encajar también los golpes dirigidos contra el líder de su partido, Jeremy Corbyn, a quien se atrevió a criticar en la recta final de la campaña por su respuesta tibia y tardía a la polémica del antisemitismo, reavivada por el ex alcalde laborista Ken Livingstone.

El nuevo alcalde, muy cercano al defenestrado Ed Miliband, ha procurado mantener una distancia calculada de Jeremy Corbyn, hasta el punto en que ayer se debatía si era bueno o malo que ambos festejaran juntos la reconquista de Londres. Corbyn no pudo ocultar sin embargo la satisfacción por la mayor gesta electoral del día, arropada por el control laborista en los ayuntamientos de las grandes ciudades inglesas: de Liverpool a Manchester, pasando por Bradford y Sheffield (donde Gill Furniss, viuda de Harry Harphan, logró retener también el escaño de su marido por una amplia mayoría).

El batacazo laborista fue inevitable en Escocia, donde los nacionalistas de Nicola Sturgeon lograron su «tercera victoria histórica» consecutiva. El Partido Nacionalista Escocés (SNP) puede ver frustrada su intención de un nuevo referéndum independentista al no lograr la mayoría absoluta con el 49% de los votos, ante la irrupción del Partido Conservador con el 24%, convertido en la principal fuerza de la oposición.

Los laboristas, la fuerza mayoritaria en Escocia durante décadas, son ahora los terceros, relegados a la condición de partido bisagra con el apoyo del 14%. «Nos queda un largo camino de vuelta en Escocia», reconoció Jeremy Corbyn. Su intento por imprimir un giro a la izquierda para recuperar votantes se han estrellado contra la nueva realidad política escocesa, con una fuga inevitable de los unionistas a las filas de los conservadores, que han pasado de ser una fuerza marginal a convertirse en el contrapoder del independentismo, gracias al tirón de su líder local Ruth Davidson.

El Partido Laborista, que sufrió un segundo varapalo, confía aún en la Asamblea de Gales, ante el ascenso del partido nacionalista Plaid Cymru y la irrupción del primer diputado del Partido de la Independencia del Reino Unido (Ukip), el ex conservador Neil Hamilton.

La victoria de Khan provocó una lluvia de acusaciones internas en el Partido Conservador, como la protagonizada por la ex ministra musulmana Sayeeda Warsi, que acusó durante la campaña a su correligionario Zac Goldsmith de incitar a la islamofobia.

En una serie de mensajes en Twitter, Warsi volvió a atacar «la repelente campaña» del candidato conservador e invocó el espíritu conciliador de Margaret Thatcher, parafraseando a San Francisco de Asís, en su discurso de 1979: «Donde hay discordia, que haya armonía. Donde hay error, que se imponga la verdad».

Como si la cosa no fuera con él, huyendo del triunfalismo, Sadiq Khan se dejó caer a última hora de la tarde por el Puente de la Torre, de camino hacia el Ayuntamiento, donde asistió al anuncio oficial de los resultados. Khan anunció la inmediata renuncia a su escaño «para poder dedicarme a tiempo completo a la Alcaldía».

La algarabía laborista en Londres se vio demorada por la confusión general y por las dudas sobre dónde se produciría en el encuentro de Khan con su jefe de filas, Jeremy Corbyn, para capitalizar juntos la peleada victoria.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)