"Les sauteurs", el drama de la valla de Melilla contado en primera persona
Canarias 7, , 29-04-2016En toda Europa los informativos han ofrecido en los últimos años un “bombardeo” de imágenes de la valla de Melilla, donde los inmigrantes eran simples “píxeles negros”. El documental “Les sauteurs” propone “una nueva mirada” a esa realidad a través del testimonio en primera persona de Abou Bakar Sidibe.
Este joven maliense toma la cámara que le ofrecieron el alemán Moritz Siebert y el chileno – alemán Estephan Wagner, y se convierte en protagonista, camarógrafo y en última instancia codirector de la película, que se proyecta hoy en Documenta Madrid, tras su paso por la pasada Berlinale.
“Invertimos la mirada y, al hacerlo, invertimos también la posición de poder”, señala a Efe Wagner. “Nosotros no hablamos de ellos, ni siquiera hablamos con ellos, sino que son ellos quienes nos hablan a nosotros. El resultado es una nueva lectura a una realidad que creíamos conocer bien”.
El rodaje duró cuatro meses, aunque en total Abou Bakar pasó un año y seis meses en ese limbo que es el Monte Gurugú, donde se forman campamentos con cientos de subsaharianos a la espera de encontrar el momento propicio para saltar.
Wagner y Siebert lo visitaban cada tres semanas, pero jamás cogieron la cámara. También les ayudó el fotoperiodista Jesús Blasco, quien les puso en contacto con Abou Bakar y se encargaba de recoger las tarjetas y proporcionarle baterías cargadas.
La película, de producción danesa, muestra la dureza de la vida en Gurugú, donde los inmigrantes no sólo se enfrentan a la violencia de la valla y de la policía española cada vez que intentan saltarla, sino también a los agentes marroquíes que aprovechan sus salidas para quemar todas sus pertenencias.
Aunque lo más duro, según cuenta el protagonista, es mantener vivo el sueño de “el Dorado” europeo, aún sabiendo que la vida al otro lado no será fácil, pero que necesitan mantener viva esa esperanza.
“Hace falta mucho valor y capacidad de resistencia para ver morir a tus compañeros, apretar los dientes e intentarlo de nuevo”, dice Wagner, que lleva una década trabajando con temas de emigración. “La película es un homenaje a ese valor humano, que está arraigado en algo universal: todos queremos un futuro mejor para nuestros hijos”.
Lo más sorprendente es que, más allá del evidente drama, “Les sauters” también revela escenas de cotidianeidad, de humor y compañerismo, desde cómo organizan su higiene a los partidos de fútbol por nacionalidades que improvisan.
“Tendemos a caer en retratar víctimas. Hemos tratado de evitar eso. De llevarlo a un extremo, casi serían más héroes”, dice el director chileno.
Y en cuanto a su manera de organizarse, destaca que aquí no hay mafias ni explotación, sino su propia gestión interna, con líderes por nacionalidades en función del tiempo que lleven allí y el conocimiento acumulado.
Esa ausencia de mafias fue uno de los motivos por los que los directores eligieron Melilla, donde los inmigrantes “no están forzados a pagar a nadie para encontrar un sitio en un bote, sino que todo lo que necesitan es voluntad, perseverancia y un físico impresionante”.
Al principio del documental, el propio Abou Bakar confiesa que aceptó por motivos económicos, ya que recibía un sueldo semanal, pero poco a poco el espectador es testigo de una transformación.
“Abou se da cuenta de que quiere documentar lo que está pasando para que no pase al olvido”, explica Wagner. “Pero aún da un paso más, el tercer paso en su transformación, y es que se enamora de la cámara y se convierte en cineasta, porque al ver su realidad a través de la imagen logra reflexionar sobre ella de una manera que antes no podía”.
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