Italia y Austria, tensión contenida en sus fronteras

La Vanguardia, Eusebio Val, 29-04-2016

La crisis de los inmigrantes y refugiados ha puesto a prueba la buena vecindad europea. Italia y Austria trataron ayer de frenar una escalada de la tensión bilateral, a propósito del control del flujo
transfronterizo, que amenaza con debilitar aún más el proyecto de integración continental iniciado hace seis decenios.

Los ministros del Interior de los dos países, Angelino Alfano y Wolfgang Sobotka, que se reunieron en Roma, buscaron puntos comunes y acordaron un diálogo permanente. Austria no renuncia a sus preparativos para establecer, si lo considera necesario, severos controles en la frontera del Brennero, incluida una valla de casi 400 metros de longitud y hasta 4 metros de altura que simbolizaría el fin de la libre circulación en el espacio Schengen. Viena sí hubo de echarse atrás, según reveló Alfano, en su deseo de que sus policías subieran a los trenes, en territorio italiano, para verificar la identidad de los viajeros.

“Hemos evitado la explosión de una crisis”, dijo Alfano, si bien su visión podría ser demasiado optimista. El ministro italiano hubo de admitir que los planes que tanto han indignado a Roma seguirán su curso, pero parece que sólo se aplicarán ante una emergencia. La duda está en el criterio para declararla. Alfano advirtió, eso sí, que el bloqueo del Brennero –se temen interminables colas de turismos y camiones– acarrearía “enormes daños” económicos a los dos países, no sólo en el turismo sino en el transporte de mercancías y en la movilidad por razones laborales.

Italia sostiene que, en lo que va de año, ha habido más inmigrantes venidos de Austria hacia Italia que al contrario, por lo que son desproporcionadas las medidas que plantea Viena. Alfano subrayó que Italia acabará demostrando que los fondos destinados por los vecinos a preparar el bloqueo de la frontera son “dinero malgastado”. Con todo, Italia se compromete a reforzar la vigilancia en los trenes y carreteras que conducen al Brennero.

Siempre según Alfano, que compareció solo ante la prensa, su homólogo austríaco estuvo de acuerdo en la propuesta italiana de que la UE adopte un plan integral, el llamado migration compact, para afrontar la situación, incluido un futuro acuerdo con Libia, parecido al firmado con Turquía, sobre las repatriaciones. El ministro italiano habló de crear hotspots flotantes –es decir, en barcos– para identificar a las personas rescatadas en el mar y clasificarlas ya entre potenciales demandantes de asilo o inmigrantes económicos sin derecho a entrar en Europa. Estos últimos serían recluidos en “estructuras cerradas” –cárceles– a la espera de su deportación. Austria secundaría todos estos planes, según Alfano.

Los preparativos austríacos para el Brennero, que prevén incluso el despliegue del ejército, irritan mucho a Italia. Incluso las organizaciones internacionales que siguen a diario el flujo de refugiados ven injustificadas las medidas porque las llegadas a Italia este año están al nivel del 2015 y no se espera una avalancha. Además, al contrario que dos años atrás, ahora sí se toman las huellas dactilares de todos los que llegan. Si cruzan la frontera y son identificados, los devolverán a Italia. El alarmismo austríaco se interpreta, pues, en clave política, como un intento del actual Gobierno de coalición de evitar que el ultraderechista Norbert Hofer gane las presidenciales en el segundo turno.

Según la Guardia Costera italiana, ayer fueron rescatadas en el mar, frente a Libia, 599 personas, 116 de las cuales lo fueron por la fragata española Numancia.

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