Inmigración y vergüenza
Diario Sur, , 25-04-2016Francisco manifestó en público en Lampedusa, ante una muchedumbre de desheredados que acababa de desembarcar, en el primer viaje de su papado, la vergüenza que le producía el espectáculo dantesco de la inmigración a las puertas de la opulenta Europa. Sin duda, una sensación semejante estamos experimentando algunos ciudadanos españoles al observar cómo nuestro país está faltando a su palabra institucional al no honrar su compromiso solemne de hacerse cargo de la cuota de refugiados del Próximo Oriente que le correspondía según el reparto efectuado por Bruselas.
En septiembre de 2015, la Comisión Europea organizó la distribución en dos años de 120.000 inmigrantes procedentes de Grecia e Italia, que son los principales países de arribada. Del primer bloque de 66.000 correspondientes al primer año, España debería acoger a 8.023. Pues bien, de momento, sólo ha acogido a 18 a finales de 2015. En marzo pasado, Madrid prometió el reasentamiento en ese mes de 467 refugiados más procedentes directamente de Turquía, pero ni uno solo ha llegado. Y en los últimos días, únicamente ha aceptado acoger a 87 solicitantes de asilo que se encuentran en territorio griego, cuyo viaje todavía no tiene fecha. Rajoy ha realizado esta pasada semana nuevas promesas que, tras tantos incumplimientos, han de ser puestas como mínimo en cuarentena.
La pasividad española ha sido denunciada por Bruselas en una carta en que reprocha a nuestro país el incumplimiento de su compromiso. También Acnur ha denunciado la «falta de voluntad» del ejecutivo español, que también se pone de perfil ante otras demandas solidarias. Así por ejemplo, de los 1.301 expertos suministrados por los países comunitarios a solicitud de Bruselas para el ‘programa de devoluciones de migrantes y refugiados’, España sólo ha aportado siete.
Es imposible atribuir esta indolencia, que vulnera gravísimamente principios éticos esenciales, al hecho de que el gobierno esté en funciones. La dejación de obligaciones tan serias ha de atribuirse a una inaceptable falta de principios que tendrá consecuencias electorales y que deja a España en pésimo lugar.
(Puede haber caducado)