Merkel viaja a Turquía para supervisar el acuerdo europeo

La UE califica de «ejemplar» el trato de Ankara a los refugiados y dice ver «una notable reducción de la inmigración ilegal»

Diario Sur, JUAN CARLOS BARRENA , 24-04-2016

Fue un viaje breve y cargado de simbolismo, señales e imágenes. La canciller alemana, Angela Merkel, y destacados dirigentes de la Unión Europea realizaron ayer una visita de escasas cinco horas al sudeste de Turquía para acudir a un campamento de refugiados sirios y confirmar que el pacto entre Ankara y Bruselas para detener la ola de migrantes hacia Europa funciona con éxito. Acompañada por el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el primer vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, Merkel tuvo como anfitrión al primer ministro turco, Ahmed Davutoglu, en su visita a la localidad y provincia de Gaziantep, junto a la frontera siria, donde residen 350.000 de los mas de 2 millones de refugiados del país vecino que ha acogido Turquía hasta ahora.

«Hemos hecho nuestro trabajo», aseguró el primer ministro turco. Un discurso también defendido por el presidente del Consejo Europeo, que manifestó que se están comenzando a ver «los primeros resultados» del acuerdo sobre inmigración firmado en marzo en un país que, según sus palabras, está demostrando un trato «ejemplar» a los refugiados que acoge. «Hemos visto una notable reducción de la inmigración ilegal a lo largo del mar Egeo. Nuestras operaciones de retorno están demostrando el cambio de la inmigración ilegal hacia un desplazamiento legalizado», declaró Tusk.

Sin embargo, Davutoglu aprovechó para dar un tirón de orejas a la UE, a la que acusó de no haber cumplido aún la parte del acuerdo sobre la exención de los visados para los ciudadanos turcos que viajen a la UE, un tema «vital» para su Gobierno.

La delegación de Berlín y Bruselas fue recibida por todo lo alto a su llegada a Turquía. Gaziantep amaneció sembrada de grandes carteles colocados por la Unión de Demócratas Turco Europeos para dar la bienvenida a la mandataria alemana. «Estamos orgullosos de nuestra canciller, la señora Angela Merkel, y nuestro primer ministro, el señor Ahmet Davutoglu», rezaban las pancartas con fotos de ambos políticos. Textos redactados también en alemán con frases como «Solidaridad con los refugiados» y en inglés para celebrar el programa de asistencia para los refugiados sirios suscrito por la Unión Europea y Turquía.

En el campo de refugiados de Nizip, fueron recibidos con flores por mujeres vestidas con trajes regionales. Los invitados europeos pudieron visitar un jardín de infancia y un colegio en el que los niños reciben clases de profesores sirios, además de tomar té con una familia. Nizip es una lujosa excepción entre los más de 25 campos de refugiados sirios en Turquía. En vez de tiendas de campaña cuenta con viviendas en contenedores, dotadas de cocinas con refrigerador, antenas parabólicas, calefacción y aire acondicionado. Solo el 10 % de los refugiados sirios en el país disfrutan de esas comodidades. La recepción para Merkel muestra hasta qué punto Berlín y Ankara trabajan juntos para resolver la crisis de los refugiados. Una estrecha cooperación que no es del agrado de los alemanes.

Según una encuesta, un 80% de ellos considera que la canciller muestra un respeto excesivo hacia el presidente turco, Recep Tayip Erdogan. Hay políticos y medios críticos que hablan incluso de sometimiento y dependencia. En todo caso, la visita fue un ejercicio de equilibrio para la jefa del Gobierno alemán, obligada por un lado a mostrar su agradecimiento al Gobierno de Ankara por poner freno al flujo de refugiados hacia Europa y por otro a hablar claramente sobre temas tan comprometidos como los Derechos Humanos y la libertad de prensa y opinión.

Error «ofensivo»

Un día antes de viajar a Turquía la canciller reconoció públicamente que había cometido un error al calificar de «conscientemente ofensivo» el poema satírico del cómico alemán Jan Böhmermann sobre Erdogan que provocó las iras del máximo mandatario turco. Merkel se disculpó por haber dado la impresión de que su valoración podía tener influencia en el caso. Eso debió pensar el presidente turco cuando pidió a la canciller aplicar un artículo del código penal germano que castiga las ofensas al representante de un estado extranjero. La líder conservadora ha autorizado que Böhmermann sea enjuiciado en base a ese artículo nunca aplicado, pero aclaró que en un estado de derecho como Alemania la justicia es independiente y no está sometida al dictado de las autoridades.

El caso Böhmermann no va a ser el último conflicto entre Berlín y Ankara por la libertad de expresión. El administrador de la Orquesta Sinfónica de Dresden, Markus Rindt, denunció ayer que las autoridades turcas presionan para forzar suspender un concierto con motivo del centenario del genocidio armenio por el imperio otomano. «Pretenden que nadie se entere de su celebración y exigen que se elimine el término genocidio», declaró Rindt.

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