No cesa la tragedia de la inmigración en el Mediterráneo. Más de 400 somalíes, etíopes y eritreos habrían desaparecido después de naufragar las cuatro embarcaciones con las que partieron desde las costas egipcias con rumbo al sur de Italia. La alarma del desastre fue emitida el embajador somalí en Egipto, aunque la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) no pudo confirmar el suceso. Según algunos medios somalíes sólo habrían podido ser salvadas 29 personas.

Tanto el presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, como el ministro de Asuntos Exteriores, Paolo Gentiloni, se refirieron ayer a esta nueva tragedia sobre la que hay escasa información. «Tenemos de verdad necesidad de pensar. Nos lo recuerda la enésima tragedia en el Mediterráneo, donde parece que han muerto varios centenares de personas», comentó Mattarella en un acto dedicado al cine italiano. Gentiloni, por su parte, dijo que de confirmarse la muerte de estos inmigrantes, supondría una señal más «para decir a Europa que en este momento no se deben levantar muros, sino multiplicar esfuerzos».

La desaparición de los 400 inmigrantes se produce el día en que se cumple un año del naufragio que costó la vida a más de 700 personas frente a la isla de Lampedusa, una de las mayores tragedias acaecidas en el Mediterráneo. Precisamente ayer las autoridades italianas comenzaron la operación destinada a sacar de las aguas del Canal de Sicilia el viejo pesquero en el que quedaron atrapados los inmigrantes fallecidos en aquel suceso. Intentarán reflotar el barco, llevarlo a un puerto y retirar los cientos de cadáveres atrapados en su bodega. Con la información recogida entre las ropas que vestían los cuerpos tratarán de averiguar la identidad de los fallecidos.

Otro episodio de esta tragedia fue el hallazgo en la noche del domingo de seis cadáveres en una lancha neumática socorrida a unas 20 millas de las costas libias. En la operación fueron salvadas 108 personas. En el mar Egeo también continúan los rescates: la Guardia Costera griega auxilió ayer a 55 inmigrantes, entre los que había 18 niños y dos bebés, que se dirigían en una embarcación hacia la isla de Samos después de zarpar desde las costas turcas. Todos estos nuevos dramas llegaron dos días después de que el Papa recordara en la isla griega de Lesbos, otro de los epicentros en la ruta de los refugiados, que los inmigrantes no son sólo números, sino personas con sus historias de sufrimiento a las espaldas.