El milagro papal de Nur, Hasan y Rifat
El Pontífice se lleva de un centro de Lesbos al Vaticano a 12 refugiados musulmanes
El Mundo, , 17-04-2016«Nos acusaron de entrar en el
Califato sin permiso», aseguró
Hasan, hace dos semanas, cuando
este periódico los entrevistó
en un campamento de refugiados
de la isla griega de Lesbos.
El matrimonio tuvo que pagar
130 euros por cabeza a un contrabandista
para lograr escapar
sigilosamente de Mabiy, ciudad
ocupada por los yihadistas, hasta
Turquía. Desde allí intentaron
pedir asilo en Francia, que jamás
respondió a tiempo. «Supongo
que temían que quisiéramos establecernos
allí y no les gustaba
la idea, y por eso nos rechazaban
», opinaba Nur a finales de
marzo pasado. Desesperados, intentaron
cruzar varias veces el
Egeo. Lo lograron a la cuarta, y
porque los guardacostas griegos
los rescataron.
La suerte de Nur, Hasan y el
chiquitín Rifat giró diametralmente
ayer de forma inesperada.
Los tres integraron un grupo
de 12 refugiados sirios –seis de
ellos niños y todos de fe musulmana–
que el Vaticano decidió
acoger para aleccionar a Europa,
que ayer volvió a recibir los
azotes dialécticos del Papa Francisco.
«Sentí el espíritu que nos
hablaba», dijo el Santo Padre
durante el vuelo de vuelta a Italia,
para añadir que «todo se ha
hecho según las normas», con
documentos facilitados por Italia,
el Vaticano y Grecia.
A pesar del esfuerzo vaticano,
12 personas no son nada en el
océano de más de 50.000 almas
atrapadas en Grecia. Quienes
llegaron antes del 20 de marzo
pasado, como los acogidos por
la Santa Sede, tienen un permiso
temporal de estancia y toda
frontera cerrada. Los que han
llegado con posterioridad deben
ser devueltos a Turquía. Mientras,
están arrestados en el campo-
prisión de Moria, que visitó
ayer el Papa.
«Los refugiados que partieron
a Roma fueron seleccionados de
entre los residentes en el campamento
de Kara Tepe», explicó
Marios Andriottis, empleado en
el Ayuntamiento de Mitilene, capital
de Lesbos, gestora de este
campo cercano a Moria pero de
régimen abierto. «Ayer [por el
viernes] llegaron unos italianos
que entrevistaron a algunas familias
», explica Mohammed Alsayed,
un sirio residente en Kara
Tepe y amigo de dos de las familias
que lograron cumplir su sueño
de establecerse en Europa.
El Vaticano anunció que dos
de las familias escogidas son damascenas,
una de ellas la de Nur.
La tercera es de Deir Ezzor, una
ciudad próxima a la frontera iraquí
cuyos 200.000 habitantes sufren
un salvaje asedio a manos
del auto-denominado Estado Islámico.
Los sirios fueron llevados
a Italia tras negociaciones entre
el Vaticano, Grecia y el país transalpino.
La Santa Sede se hará
responsable de ellos, pero durante
los primeros días, según varios
medios, la comunidad católica
de San Egidio se encargará
de acogerlos.
Kara Tepe, habitado por unas
800 personas, se tomó con resignación
la restrictiva elección de
sólo 12 refugiados. «Es lo que
hay. La gente aquí sólo quiere
que ocurra algo, ojalá bueno. O
que, por lo menos, mejoren las
condiciones de vida tras la visita
del Papa», confiesa Mohammed,
que esta noche tendrá que volver
a dormir en el mismo lugar a la
espera de su relocalización.
A estos refugiados, por ahora,
sólo les queda la solidaridad de
los habitantes de las islas griegas,
tan alabados ayer por Bergoglio
en el puerto de Lesbos:
«Vosotros, habitantes de Lesbos,
demostráis que en estas tierras,
cuna de la civilización, sigue latiendo
el corazón de una Humanidad
que sabe reconocer por
encima de todo al hermano y a
la hermana, una Humanidad
que quiere construir puentes y
rechaza la ilusión de levantar
muros con el fin de sentirse más
seguros».
Francisco decidió
acoger a varias
familias para
aleccionar a Europa
Unos venían de
Damasco y otros de
Deir Ezzor, huyendo
del Estado Islámico
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