El Papa arropa a los refugiados y azota a Europa
Francisco critica en la isla griega de Lesbos el acuerdo de deportación entre la UE y Turquía L «Lo que he visto hace llorar», confiesa el Pontífice de vuelta a Roma
El Mundo, , 17-04-2016«Lo hemos perdido todo. No tenemos
nada. Por favor, ayúdenos a
cruzar la frontera», rogó ayer Ahmad,
un joven estudiante de Sociología
de la ciudad kurdosiria de
Qamishlo, ante la mirada piadosa
del Papa Francisco. «Rezaré por
todos vosotros», le respondió Jorge
Mario Bergoglio, según narró
Ahmad a EL MUNDO. Ambos se
hallaban en el campo-prisión de
Moria, el epicentro del vergonzoso
acuerdo de deportación de refugiados
de la Unión Europea a Turquía,
que el Santo Padre fustigó
ayer una y otra vez.
La carga emotiva de la jornada
en Lesbos, poco más de cinco horas
en la isla, fue tan intensa que,
en el avión que lo devolvió a Italia,
el Papa confesó a los periodistas
que lo acompañaban: «Lo que ustedes
y yo vimos en el campo de
refugiados te hace llorar». «Mira lo
que traje para enseñarles», continuó,
y mostró un pliego de dibujos
que le entregaron los niños de Moria,
donde hay encarceladas unas
3.500 personas. «Mira éste», dijo,
«vio a un niño ahogarse».
Al espontáneo Papa, poco amigo
de alfombras rojas, se le vio sobre
la tierra de Moria con un nudo
en el estómago. Su rictus afable se
amargaba rápidamente cada vez
que su asesor le susurraba, posiblemente,
la historia tras el sirio,
afgano o paquistaní al que estrechaba
la mano. Varios de ellos,
hasta una niña, se tiraron a sus
pies rogándole entre llantos su
bendición o, al menos, un agujero
en la frontera para poder cruzarla
y vivir en paz. Bergoglio, consternado,
trataba de alzarles y les imponía,
compasivo, las manos.
«Cuando he dado la mano al Papa
he sentido una energía muy poderosa
y una enorme felicidad»,
relataba ayer por la tarde, exultante,
un joven refugiado sirio –musulmán
para más señas– de nombre
Hamza. Tal era el efecto que,
poco después, colocaba el selfie
que se había hecho con el Santo
Padre como imagen de su cuenta
de WhatsApp.
A Francisco no se le olvidará en
Moria. «Es muy bonito que un líder
cristiano venga a visitar a los
musulmanes. Todas sus referencias
al rezo son importantes», opinó
Ahmad.
Referencias al rezo y referencias,
lacerantes, a la restrictiva política
migratoria europea. El Pontífice
aterrizó en Lesbos poco después
de las 10.00 horas. En el
mismo aeropuerto se citó con el
primer ministro griego, Alexis Tsipras,
ante el cual subrayó que «la
crisis de refugiados es un asunto
europeo e internacional» y exigió
«una respuesta exhaustiva que respete
la ley europea internacional».
Francisco alabó la «solidaridad» de
los griegos «a pesar de las vicisitudes
económicas».
Una hora después, el Papa acudió
a Moria, a las afueras de Mitilene
–capital de Lesbos– junto al
Patriarca de Constantinopla, Bartolomé,
y el Arzobispo de Atenas y
Grecia, Jerónimo. Este último denunció,
ante una audiencia de docenas
de refugiados seleccionados
por las autoridades –más previo
maquillaje de las terribles condiciones
de vida en el lugar– la «bancarrota
de humanidad y solidaridad
que Europa ha mostrado en
los últimos años a estas, y no sólo
estas, personas».
El Sumo Pontífice, que besó y
abrazó en Moria entre clamores
orientales jaleados a su paso, se
abrió desde el estrado a los refugiados.
«Quiero deciros que no estáis
solos. En estas semanas y meses
habéis sufrido mucho en vuestra
búsqueda de una vida mejor.
Muchos de vosotros os habéis visto
obligados a huir de situaciones
de conflicto y persecución, sobre
todo por el bien de vuestros hijos,
por vuestros pequeños», declaró.
«¡No perdáis la esperanza!», les dijo,
y pidió un «buen samaritano»
en Europa.
Más de un millón de personas
han alcanzado suelo europeo desde
el año pasado, penetrando principalmente
por Grecia. Más de
3.700 personas murieron en 2015
intentando arribar a Europa. En lo
que va de año, ya han fallecido o
desaparecido 732 personas, según
la Organización Internacional para
las Migraciones. Muchas murieron
en las mismas aguas del Egeo
a las que ayer se asomó el Papa en
el puerto de Lesbos, en la última
parada de su visita. Allí, ante algo
más de un centenar de vecinos,
Francisco arremetió de nuevo contra
la UE. «Europa es la patria de
los derechos humanos, y cualquiera
que ponga pie en suelo europeo
debería poder experimentarlo»,
proclamó.
«Pope is our hope [El Papa es nuestra
esperanza]». Para hacer honor a
una de tantas pancartas de fortuna
(en cartones o telas o simples hojas
de cuaderno) que lo acompañaron
en Lesbos, Francisco predica con el
ejemplo. Se va a la isla griega, puerta
cerrada de Europa, a remecer las
conciencias de los políticos. Denuncia
y habla alto y claro, para dar voz
a los «desesperados». Y, al mismo
tiempo, da trigo y regresa a Roma
con tres familias de refugiados musulmanes.
Doce personas que el Papa acoge
personalmente, en un claro gesto
evangélico de buen samaritano, que
se convierte, por su propia fuerza
solidaria, en una bofetada (de guante
blanco, pero en toda regla) al
egoísmo de las autoridades europeas
y a su miedo a la diversidad.
Y es que su visita, breve pero intensa,
estuvo plagada de gestos de
escucha, cercanía y ternura. El
Evangelio de la misericordia que
predica y que pone en práctica. Con
dos caras. La cara del profeta indignado
con los poderosos en una visita
que el mismo Papa definió como
«triste», para poner en los medios de
comunicación y, por lo tanto, en la
conciencia de la gente, «la mayor
tragedia humanitaria desde la Segunda
Guerra Mundial». Y la cara
tierna y afable del abuelo misericordioso,
al que se le derrite el corazón
ante tanto dolor y tanto sufrimiento.
Tanta lágrima y tanto llanto desgarrado
entre los prisioneros de la
Predicar
con el
ejemplo
JOSÉ MANUEL VIDAL
Reunión con Sanders.
El Papa mantuvo una
reunión a primera hora de
ayer con el aspirante
izquierdista a la
Presidencia de EEUU por el
Partido Demócrata Bernie
Sanders, según Reuters.
Una «economía
moral». Sanders viajó a
la Santa Sede para
participar en una
conferencia donde abogó
por una «economía moral»
siguiendo los preceptos
marcados por el Pontífice.
Economía de
mercado. «Hay pocos
lugares en el pensamiento
moderno que rivalicen con
la profundidad y la
percepción de las
enseñanzas de la Iglesia
sobre la economía de
mercado», según proclamó
Sanders en un discurso en
la Academia Pontificia de
Estudios Sociales.
Globalización sin
reglas. «Podemos decir
que, con la globalización
desregularizada, la
economía de mercado
construida sobre la
especulación financiera ha
atravesado las fronteras
legales, políticas y morales
que una vez protegieron el
bien común», lamentó el
candidato rival de Hillary
Clinton en la carrera a la
Casa Blanca.
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