«Sufrimos el rechazo de todas las partes»
Una familia kurda, que ya ha contactado con la embajada francesa y con la ONU para pedir asilo, revela que Turquía entrega a los suyos al Frente Al Nusra
La Voz de Galicia, , 18-04-2016Bachar Al Asad los anulaba, la filial siria de Al Qaida los secuestra y Turquía los maltrata por las aspiraciones de autonomía que históricamente ha reivindicado la etnia más numerosa de Oriente Medio: los kurdos, repartidos por Irán, Turquía, Irak y Siria. Así que la historia de una familia de refugiados kurdo-sirios en Gaziantep solo puede narrarse desde el anonimato por protección. El padre se hará llamar Bave. Solo entonces reconocerá que militaba en un partido kurdo en Alepo contra la represión de esta comunidad; mencionará el día en que el año pasado estuvo encarcelado por el Frente Al Nusra y las precauciones que hoy toma como expatriado en el sur turco para no ser identificado como kurdo.
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«Intentamos no hablar kurdo y utilizar solo el árabe», detalla su hija Sherin. Pasar inadvetidos en Turquía es la consigna de la familia. No lo consiguió un pariente que, al escapar de Siria, fue interceptado por las autoridades turcas en la frontera y enviado de vuelta a la provincia de Idlib, zona controlada por el Frente Al Nusra, que lo mantiene secuestrado. No es el primero ni el último, reconoce un consultor político kurdo de la oposición que pide también ocultar su nombre. «Los mandan con Al Nusra que los utiliza para sacar dinero», indica la razón del apoyo que el presidente Erdogan ha dado a los yihadistas en Siria en la lucha contra Al Asad; los utiliza contra los kurdos que, aprovechando el caos de la guerra, crearon una región autónoma en el norte de Alepo, lo que siente como una amenaza por las aspiraciones de autonomía de los kurdos de Turquía.
Sus parientes en Siria han iniciado una recolecta para pagar el rescate del secuestro. Pero ellos no pueden aportar nada. De clase media, Bave es arquitecto y su mujer Diya doctora. Gastaron casi todos sus ahorros cuando la guerra los dejó en el paro. Decidieron aguantar dentro porque dos de sus hijas estaban estudiaban en la Universidad. Pero una bomba que cayó sobre su casa los expulsó de Alepo. «Todavía me queda una asignatura para licenciarme. Cuando todo se tranquilice, volveré para terminarla y conseguir el certificado», afirma Mirav, la mayor de las hermanas.
La huida empezó hace cinco meses y coincidió con una semana en la que Turquía había clausurado la frontera. Por eso tuvieron que coger la ruta de Líbano; desde Trípoli en barco hasta Turquía y camino hacia el sur, «para estar más cerca de Siria». «La mayoría de los kurdos se van directamente a Europa porque tienen miedo de estar aquí», asegura Bave. Pero ellos no van a embarcarse en ninguna travesía. Ya han contactado con la embajada francesa y con la ONU para pedir asilo. Esperan.
La familia Shergo es la única kurda de un edificio que un sirio realquila a refugiados en un barrio de Gaziantep. Todos sus vecinos son árabes, con los que conviven sin problemas, aunque se encogen de hombros cuando se les pregunta por los recelos que provoca el apoyo de las milicias kurdas a la ofensiva del régimen contra la oposición. No quieren tener nada que ver con las alianzas de la guerra. «Hay demasiadas implicaciones políticas», se queja Sherin. «Los kurdos tuvieron un importante liderazgo durante la revolución de 2011», añade su padre, «pero lo que ocurre ahora no tiene nada que ver con nosotros, los civiles. Con la deriva radical islamista, los kurdos somos objetivo». «Sufrimos rechazo por todas partes», se aflige.
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