El Papa, a los refugiados: «No estáis solos»
Francisco lleva al Vaticano a doce sirios de un campamento de acogida en Lesbos y recuerda a Europa que es «la patria de los derechos humanos»
Diario Sur, , 17-04-2016Nour, su hijo de dos años y su marido, Hasán, formaban hasta ayer una más de las familias de refugiados que malviven en los dos campamentos de acogida de Lesbos. Llegaron a la isla griega en marzo huyendo de la guerra en Siria tras cruzar Turquía y atravesar en una lancha neumática los pocos kilómetros que separan esta isla griega de las costas turcas. Tras llevarse hace unos días una gran decepción cuando Francia rechazó su solicitud de asilo, a la familia de Nour le tocó ayer la lotería: fue una de las elegidas para salir de Lesbos a lo grande. Viajaron con Francisco en el avión papal a Roma, donde comenzarán una nueva vida con el apoyo económico del Vaticano y la acogida que les brindará la Comunidad de San Egidio, un movimiento laico católico con experiencia en la hospitalidad a los refugiados.
Con este gesto insólito en su visita relámpago a Lesbos, Jorge Mario Bergoglio demostró una vez más su capacidad para sorprender y para intentar marcar el paso a los líderes europeos que reaccionan con egoísmo y escurriendo el bulto ante la crisis de los refugiados, «la mayor catástrofe humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial». Además de la familia de Nour, volaron hacia Roma otros nueve refugiados. En total, doce personas de tres familias, todas de nacionalidad siria y la mitad menores. Son musulmanes y provienen de Damasco y de Deir Ezor, zona controlada por el Estado Islámico. Perdieron sus viviendas por los bombardeos.
Durante los días previos a la visita del Papa a Lesbos, la Secretaría de Estado trabajó con las autoridades griegas e italianas para superar los eventuales escollos legales que pudieran surgir con esta iniciativa, idea de un colaborador de Bergoglio. Los 12 refugiados desembarcaron en la isla antes de que entrara en vigor el 20 de marzo el acuerdo entre Bruselas y Ankara para devolver a Turquía a los inmigrantes llegados a Grecia desde entonces. A cambio, la UE se comprometió a acoger a un número de sirios equivalente al de los expulsados. Hasta ahora son 325 los inmigrantes deportados y 74 los reubicados en países europeos desde territorio turco. «Nour estaba desesperada cuando Francia le denegó el asilo. Ella había estudiado microbiología en Montpellier y pensaba que podría empezar una nueva vida allí», explicó Cécile Deleplanque, voluntaria de la ONG católica Servicio Jesuita a Refugiados en Grecia. «Pensábamos encontrarnos estos días para ver cómo ayudarla con el niño y estudiar si podía emigrar a Francia de algún otro modo. El viernes nos canceló la cita porque le dijeron que se iba a Roma con el Papa en su avión. Fue una gran sorpresa para ella y una gran alegría». Deleplanque aseguró que los sirios que viajaron con Francisco se encontraban en una situación de máxima vulnerabilidad.
Utilizar el vuelo papal para sacar a 12 refugiados de Lesbos y brindarles la posibilidad de empezar una nueva vida en Roma fue el colofón de las cinco horas que Francisco pasó en este epicentro del drama de la inmigración. Esta visita que recuerda a la de julio de 2013 a la isla italiana de Lampedusa, otro punto caliente para los refugiados, fue para Bergoglio un viaje «marcado por la tristeza», pues iba a encontrarse con «tanta gente que sufre, que no sabe adónde ir y que ha tenido que huir», comentó de ida. «Y también vamos a un cementerio: el mar. Mucha gente ahí se ha ahogado». En el viaje de vuelta, aseguró que la visita había sido «muy fuerte» y que le dieron «ganas de llorar».
Tras ser recibido en el aeropuerto de Mitilene por el primer ministro griego, Alexis Tsipras, Francisco se dirigió a un lugar terrible, el campo de acogida de Moria, convertido en un centro de detención desde que entró en vigor el acuerdo entre la UE y Turquía. Las condiciones de vida para sus 2.500 habitantes, el 40% de ellos niños, son terribles, según denuncian las ONG. Hubo momentos muy emotivos mientras el Papa saludaba a varios cientos de refugiados. Dos de ellos se arrodillaron frente a él llorando a lágrima viva. «¡Bendígame, bendígame!», le imploró gritando un hombre. Bergoglio estuvo acompañado durante toda su visita por el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé, y el arzobispo de Atenas y toda Grecia, Jerónimo.
Responder «con valentía»
«Quiero deciros que no estáis solos», alentó a los internos del campamento de Moria Francisco, que con este viaje vuelve a demostrar que los refugiados son el ojito derecho de su pontificado. Dejó claro que el viaje tenía como objetivo atraer «la atención del mundo» y despertar conciencias. En Moria, el Papa firmó una declaración conjunta con los líderes religiosos ortodoxos en la que insta a la comunidad internacional a responder «con valentía» tanto a la crisis humanitaria como a sus «causas subyacentes». Propuso utilizar «iniciativas diplomáticas, políticas y de beneficencia».
En particular invitó a los países europeos a que, mientras dure la situación de necesidad, «extiendan el asilo temporal, ofrezcan el estado de refugiados a quienes son idóneos, incrementen las iniciativas de ayuda y trabajen con todos los hombres y mujeres de buena voluntad por un final rápido de los conflictos». En el vuelo de vuelta a Roma lamentó el regreso de «los guetos» a Europa e instó en cambio a apostar por «la integración, aunque entiendo a los pueblos que tienen cierto miedo». «Invitaría a los traficantes de armas a pasar un día en aquel campamento», declaró en el avión.
La presencia de Francisco en Lesbos fue motivo de orgullo y alegría para sus habitantes. Olga Tapalis, una vecina de unos 50 años que participó en el encuentro del Papa en el puerto de Mitilene con la población, mostró su esperanza de que la visita sirva para que la isla vuelva a ser conocida sólo como un destino turístico y no como un epicentro de la crisis de los refugiados. «Soy ortodoxa, pero admiro mucho a Bergoglio. A ver si consigue mentalizarnos para que resolvamos este problema pensando en el amor y no en otras consideraciones», aseveró. Paschalia Teneketzi, de 23 años, deseó que acabe cuanto antes el sufrimiento de los sirios, pues resulta «muy doloroso ver en esta situación desesperada a tantos niños pequeños y mujeres embarazadas».
En su mensaje en el puerto de Mitilene, Francisco continuó con su sacudida a las conciencias. «Europa es la patria de los derechos humanos, y cualquiera que ponga pie en suelo europeo debería poder experimentarlo», subrayó, después de recordar que los emigrantes, «antes que números son personas, rostros, nombres, historias». En una crítica clara a los países que reaccionan con egoísmo y cierran las fronteras ante este drama, el Papa insistió en que las barreras «crean división, en lugar de ayudar al verdadero progreso de los pueblos, y las divisiones, antes o después, provocan enfrentamientos». Invitó a dejar a un lado las decisiones unilaterales y apostar por «políticas de gran alcance».
En el puerto, Francisco, Bartolomé y Jerónimo recordaron a los casi 400 muertos en el Egeo desde principios de año con un minuto de oración y lanzando tres coronas de flores a las aguas del mar.
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