El avión del papa Francisco vuelve a Roma tras su visita a Lesbos con doce pasajeros más. En un gesto insólito que acompaña a su llamamiento para que los países europeos respondan con humanidad al drama de la inmigración, Jorge Mario Bergoglio se ha llevado de regreso a la capital italiana a doce refugiados sirios que se encontraban en campamentos de acogida en esta isla griega. Seis de ellos son menores de edad. Se trata de tres familias musulmanas, dos de las cuales provienen de Damasco y una de Deir Azzor, que habían perdido sus viviendas por la acción del Estado Islámico.

El Vaticano trabajó en silencio durante los últimos días con las autoridades griegas e italianas a través de la Secretaría de Estado para preparar este gesto de gran valor simbólico con el que el Pontífice trata de marcar el camino a los líderes europeos. La acogida y la manutención de los refugiados correrá a cargo de la Santa Sede, que contará con la ayuda de la Comunidad de San Egidio para organizar su permanencia en Roma. Este movimiento laico católico ya ha organizado en el pasado el traslado y la acogida de grupos de personas que huían de la guerra en Siria.

En su viaje relámpago de hoy a Lesbos, uno de los epicentros mundiales de la inmigración, Francisco ha visitado el campamento de Moria, donde malviven unas 2.500 personas, a quienes les ha dicho que “no están solos”. Acompañado por el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé, y el arzobispo de Atenas y toda Grecia, Jerónimo, ha recordado a Europa que “es la patria de los derechos humanos” y que “cualquiera que ponga pie en suelo europeo debería poder experimentarlo”.

Con este viaje “marcado por la tristeza”, el Pontífice ha intentado llamar “la atención del mundo” sobre “una de las más graves crisis humanitarias desde el final de la Segunda Guerra Mundial”.