Bulgaria se ha unido al club de antiguos Estados comunistas europeos que se dedican a perseguir a demandantes de asilo e inmigrantes procedentes de países en guerra como Siria, Irak, Libia y Afganistán. En Bulgaria, patrullas de ciudadanos xenófobos y violentos se dedican a detener y maltratar a personas que intentan llegar a Alemania o los países escandinavos. Estas milicias, que se han autoproclamados ‘búlgaros justicieros’, se dedican a la caza de emigrantes desde hace varios meses en zonas de la amplia frontera de 269 kilómetros que separa a Bulgaria y Turquía.

Grupos defensores de derechos humanos denunciaron este problema y exigieron a las autoridades búlgaras la apertura de una investigación tras la difusión, el lunes, de imágenes donde se ve a grupos de civiles en un bosque cercano a la frontera con Turquía atándoles las manos a la espalda a los inmigrantes y obligándoles a tumbarse boca abajo.

Tras la difusión de las imágenes, el primer ministro búlgaro, Boiko Borisov, que hace días felicitó a un grupo de milicianos que habían señalado a la Policía la existencia de una veintena de emigrantes en la frontera búlgaroturca, admitió que las milicias se «extralimitan», pero pidió a la población que vigile a los inmigrantes que cruzan el país balcánico de forma irregular, porque «el Estado nos pertenece a todos, quien quiera ayudar es bienvenido».