Esperando la llamada de los traficantes
Numerosos sirios prefieren la deportación, pese al terror que les produce, a quedarse en Turquía
La Voz de Galicia, , 13-04-2016En el restaurante sirio Bab Amr de la ciudad turca de Gaziantep merodean pocos traficantes. Desde que entrara en vigor el acuerdo de deportación desde Europa, los ofertantes de rutas que buscaban clientes en los establecimientos creados por refugiados en la provincia sureña de Turquía han disminuido. Khaled ya no ve tanto trasiego, pero conoce a los que se siguen arriesgando, entre ellos, uno de sus familiares que a estas horas espera en un lugar de la costa turca una llamada del contrabandista. El trato está hecho. Serán 3.000 dólares, mil por cada miembro para cruzar el Egeo: él, su mujer y su hija de tres años.
PUBLICIDAD
inRead invented by Teads
«Estamos esperando que nos avisen si vuelve a abrirse la ruta o encuentran una alternativa», explica Tawfiq desde un teléfono sirio. Está temeroso, mucho, por hacerlo y por contarlo. El contacto se produce a petición utilizando el móvil de su familiar. Pide ocultar nombre y ubicación. «Hace dos meses que decidí irme pero no me atrevía por el mal tiempo y nos ha pillado el acuerdo. Ahora tengo mucho miedo de que deporten de nuevo a Turquía, pero no me puedo quedar aquí», afirma.
Hace solo cinco meses que abandonó Siria con su familia. Una primera huida de Palmira a Damasco, cuando el Estado Islámico tomó la ciudad milenaria; otra desde Damasco a Líbano, cuando le llamó a filas el Ejército de Al Asad. La tercera, de Líbano a Turquía con la idea de emprender el camino hacia Europa, pero entonces no estaba convencido. Intentó buscar trabajo y asentarse. No lo ha conseguido así que está decidido. «Espero que el acuerdo fracase porque no podría soportar que me enviaran de vuelta», suplica.
El acuerdo, de momento, se mantiene y 320 personas, que llegaron a Grecia después del 20 de marzo, han sido expulsadas a Turquía. El trato establece que los sirios sean devueltos a campos de refugiados mientras que los devueltos del resto de nacionalidades están en centros de detención pendientes de expulsión. Ankara busca ahora la firma del acuerdo de readmisión con Irán e Irak para deportar a sus nacionales, después de sacar adelante un acuerdo de readmisión para los pakistaníes, la mayoría de los que han sido devueltos hasta ahora.
Son pocos los botes que hoy se lanzan al mar y que suelen ser captados, como el de ayer con otros 40 sirios que atraparon los guardacostas. Están siguiendo las mismas rutas desde Dikili y Bodrum, hacia las islas griegas, aunque comienzan a proliferar los anuncios en las redes sociales de los contrabandistas que tantean clientes para la ruta hacia Italia. «Es más larga y no se puede hacer en los botes de plástico que utilizan para llegar a Grecia. Transportan a los refugiados en barcos de mercancías y antes de llegar a la costa italiana los bajan a unas barcas para llegar a tierra», explica Mohamed sobre las travesías que emprendieron sus amigos cuando abandonaron Gaziantep hace dos años. Quienes se han quedado han ido cambiando las dinámicas de la ciudad.
Entre Bab Al Amr y otro restaurante gestionado por sirios en el centro de Gaziantep, un vendedor ambulante ofrece tabaco de contrabando. También es sirio y es la manera que encontró de ganarse la vida. No es difícil escuchar acento árabe ni seguir la pista de los comercios que han abierto los refugiados distinguidos con la grafía árabe. Ocurre en la capital y en toda la provincia, que acoge a 320.000 sirios, según el gobernador de la ciudad, 55.000 de ellos hospedados en campos de refugiados cercanos a la frontera del país del que huyeron, a 60 kilómetros. Turquía es el país que más sirios acoge del mundo, más de dos millones, de los que solo 269.672 viven en campos donde reciben asistencia básica. El resto se ha ido integrando en vecindarios y sobreviven de trabajos en negro con la connivencia de las autoridades pero no siempre salen adelante por lo que apuestan por la marcha. «Los que siguen en campamentos no tienen apenas recursos. Ellos no podrían plantearse ir a Europa, pagar un billete que cuesta miles de euros», aclara Mohamed.
(Puede haber caducado)