A la búsqueda del gran cineasta del África negra
El director Yared Zeleke estrena ‘Efraín’, el primer filme etíope que concursó en Cannes
El País, , 11-04-2016China es hoy el mercado más apetecible de Hollywood. Y en ese territorio se disputan ahora las principales guerras taquilleras. El África subsahariana será la próxima frontera. Por consumo, es un mercado potente, que ve mucho cine local, principalmente de consumo fácil: acción, thriller y terror rodado con muy poco dinero. Pero esos visionados se realizan en casas, en plazas, de forma legal e ilegal y no en salas (que hay poquísimas). Por supuesto, están las industrias de Senegal y sobre todo el famosísimo Nollywood de Nigeria (182 millones de habitantes), que supone el 1,4% de su economía con un negocio valorado en casi 4.800 millones de euros, solo superado en tamaño crematístico por Estados Unidos y la India. En Nigeria se hacen más de 1.000 películas al año para un mercado local de solo 100 salas (dato de 2011).
“Etiopía no es solo hambrunas y guerras. Problemas que por supuesto existen. Es también una nación culta [con una gran tradición jazzística] que alberga la segunda industria de cine más grande del África subsahariana”. El etíope Yared Zeleke tiene 37 años. La mayor parte de su vida ha transcurrido fuera de su país, donde pasó sus primeros 10 años. Ha estudiado en Estados Unidos y Noruega, y hoy ha vuelto a Addis Abeba, donde vive. “Allí se filman, después de la nigeriana. Son películas de bajo presupuesto pensadas sobre todo para el consumo interno. Pero creo que pronto va a entrar de lleno en el escenario internacional, porque hay una generación de jóvenes directores con mucho talento”. Y Zeleke es uno de ellos. “Hay una falta mundial de autores interesantes. Pienso que es un problema económico”. Su Efraín, estrenada el pasado viernes en España, fue la primera película etíope en competir en Cannes, en concreto en la sección Una cierta mirada. “No me preocupa la etiqueta de ser el primero, porque entiendo la situación”.
Efraín, su debut como director, cuenta la historia de un niño que de repente se ve separado de sus progenitores: tras morir su madre, su padre emigra, dejando al crío con su abuela y sus tíos. Para superar el dolor se aferra a la amistad con un cordero. “No es autobiográfica en las acciones —yo soy de ciudad—, pero sí en los sentimientos. Crecí rodeado de cariño, pero mi madre murió y me enviaron con mi padre, al que no yo conocía, con 10 años. En realidad como miles de niños refugiados de todo el mundo. Lo que me interesaba era el punto de vista nativo, porque la mayor parte de películas sobre África están rodadas por directores estadounidenses o europeos. Con buena intención… y algo de desconocimiento. Aromas, ambientes, alma solo pueden salir de los africanos”.
El viaje de Zeleke ha pasado por Estados Unidos, donde estudió cine, y Noruega, donde abandonó la carrera de gestión de recursos naturales. “No me sentía yo. Quería ayudar a mi país, pensé que la agricultura era una buena idea. Y no, era el cine, con historias que había oído a mi abuela… Por eso los actores amateurs, las historias de granjeros. He encontrado el medio para ser feliz y hacer felices a mi compatriotas". Él al menos no piensa parar y ya prepara la siguiente, titulada 1991. "Se desarrolla en la Etiopía recién salida del comunismo. Si Efraín habla de la infancia, esta será sobre la juventud. Recuerda que la mayor parte de los etíopes tiene menos de 30 años. Ellos son quienes crearán el futuro”.
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