Italia teme la llegada masiva de inmigrantes a través del Mediterráneo
El cierre de la ruta de los Balcanes y la mejoría del tiempo aumentan el paso de los traficantes de personas por el Canal de Sicilia
Diario Sur, , 02-04-2016Italia lleva con el miedo en el cuerpo desde la cumbre del 18 de marzo en Bruselas, cuando la Unión Europea y Turquía concretaron el cierre de la ruta balcánica para los refugiados e inmigrantes y la devolución al país euroasiático de los miembros de este colectivo que han quedado atrapados en Grecia. El Gobierno de Matteo Renzi teme desde entonces la llegada de cientos de miles de personas a través del Mediterráneo central. Algunos de los últimos en intentar desembarcar en sus costas han sido los 121 inmigrantes que naufragaron el miércoles tras zarpar desde los alrededores de la ciudad libia de Sabratah con rumbo a la isla de Lampedusa. La Guardia Costera del país norteafricano consiguió socorrer a 32 personas, por lo que se teme que los 89 desaparecidos restantes hayan fallecido, según informó ayer la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
En los tres primeros meses de 2016 han llegado a Italia desde el norte de África más de 16.000 inmigrantes y refugiados, 6.000 más que en el mismo período del año anterior. Se espera que el buen tiempo y la inestabilidad en Libia hagan que esta cifra siga creciendo. El Gobierno de Matteo Renzi incluso se ha atrevido a hacer una estimación: espera que durante 2016 lleguen a través del Mediterráneo alrededor de 270.000 personas. La cantidad podría ser aún mayor si las mafias de la inmigración dirigen hacia Italia a los refugiados e inmigrantes que esperaban entrar en Europa a través de la ruta balcánica, como han estado haciendo estos últimos meses hasta el cerrojazo de marzo.
Flavio di Giacomo, portavoz de la OIM, asegura que la gran mayoría de quienes cruzan el Canal de Sicilia para intentar entrar en Europa a través de Italia provienen de África Occidental o del Cuerno de África y no son sirios, los más numerosos entre quienes utilizaban el camino de los Balcanes. Para comprobar la eventual repercusión en el Mediterráneo central habrá que esperar al lunes, cuando entra en vigor oficialmente el acuerdo entre Ankara y Bruselas y en teoría empezarán las deportaciones masivas hacia Turquía desde Grecia.
Ugo Melchionda, presidente del centro de estudios e investigaciones italiano IDOS, asegura que el aumento de la presión migratoria hacia el sur de Italia se explica por la situación en Libia. El presidente del Gobierno de unidad apoyado por Naciones Unidas, Mohamad Fayez al – Serraj, desembarcó en Trípoli el pasado miércoles con miembros de su Ejecutivo, lo que fue visto por algunos observadores como un primer paso hacia la estabilización del país. La falta de apoyos internos de Al – Serraj y los diversos bandos enfrentados por el poder hacen pensar a otros que es inevitable que continúe el caos y la violencia.
«Aunque quisieran, los refugiados sirios no lo tendrían nada fácil para dirigirse a Europa desde Libia. Tendrían que cruzar primero Egipto, que tiene un acuerdo con Italia para impedirles pasar. Hay que ver si el Gobierno de Al – Serraj logra estabilizar su posición. Si no lo consigue, es posible que haya una intervención militar externa», asegura Melchionda. «Los inmigrantes temen lo que pueda pasar en los próximos meses y tratan de atravesar el Mediterráneo lo antes posible. Ese mismo miedo también lo tienen las mafias que gestionan el viaje. Si cambia la situación pueden perder su negocio».
El presidente de IDOS advierte a los países de la UE que tienen que afrontar el desafío migratorio como una cuestión a largo plazo y no como una emergencia. «Esto no se va a arreglar en unos pocos años», dice. Aunque reconoce que «nadie tiene una solución», apuesta por buscar soluciones políticas a ambos lados del Mediterráneo y combinarlas con una acogida de las personas que huyen de la guerra y de la miseria. Melchionda recuerda además que la mayor parte de los países europeos tienen una población envejecida, por lo que los refugiados e inmigrantes pueden suponer una oportunidad demográfica. «El problema es que no se piensa a largo plazo y mucha gente tiene ahora miedo de los extranjeros, un sentimiento exaltado por el populismo».
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