Río, el sueño olímpico de los refugiados en Kenia
Bajo la bandera y el himno olímpico, el equipo debería desfilar por delante del de Brasil durante la ceremonia de apertura
Diario Vasco, , 31-03-2016En altitud, en las colinas salvajes de Ngong, cerca de Nairobi, se entrenan unos atletas distintos: huidos de las milicias y de la guerra en su país, los refugiados siguen corriendo hacía un meta, el sueño olímpico de Río. Seleccionados en los campos de refugiados de Kenia, incluido el de Dadaab, el más grande del mundo, estos atletas esperan clasificarse para los Juegos Olímpicos adscritos a un equipo único, compitiendo bajo la bandera de los cinco anillos entrelazados.
“Este será un gran momento para mí y todos los refugiados, que estarán muy contentos de ver a uno de nosotros llegar a los Juegos”, explica Nzanzumu Gaston Kiza, de 22 años, que huyó del este de la República Democrática del Congo después de que sus familiares fueran asesinados en unos enfrentamientos étnicos.
Mientras que el número de personas obligadas a huir de sus casas y su país alcanza récords en todo el mundo, el Comité Olímpico Internacional (COI) decidió a principios de marzo hacer algo y financiar un “equipo de atletas olímpicos refugiados” venidos del mundo entero. Bajo la bandera y el himno olímpico, el equipo debería desfilar por delante del de Brasil durante la ceremonia de apertura de los Juegos de Río (del 5 al 21 de agosto). “Queremos enviar un mensaje a todos los refugiados del planeta”, lanzó el presidente del COI Thomas Bach durante el anuncio de la creación de este equipo.
Varios refugiados entrenan en Kakuma. /
AFP
En las colinas de Ngong, a unos 40 kilómetros al suroeste de Nairobi, los atletas llegados de RDC, Somalia y Sudán del Sur se entrenan duro para formar parte de este equipo, bajo el ardiente sol ecuatorial a una altitud de 2.400 metros. Angelina Ndai, sursudanesa de 22 años, ya se ve corriendo por el tartán del estadio olímpico de Río para la prueba de 1.500 metros. “Sería feliz de estar allá y de ser reconocida como sursudanesa”, asegura.
En 2012, en Londres, el sursudanés Gour Mading Maker (o Gour Marial) ya participó en el maratón con los colores olímpicos. Su país había alcanzado el año anterior la independencia y todavía no era miembro del COI. Ahora ya lo es, pero Angelina, como más de dos millones de compatriotas, debió huir de una guerra civil que dura ya dos años y es tan mortal como devastadora. Por ahora “estamos aquí y esperamos seguir adelante”, atestigua este joven refugiada.
Pero la transición entre el campo de refugiados y la pista de atletismo no se hace sin dificultades y, si nunca falta motivación, muchos atletas han tenido que renunciar a su sueño y volver a sus campamentos, víctimas de lesiones musculares provocadas por unos entrenamientos intensivos.
El amateurismo no tiene sitio en su preparación, asegura el exentrenador del equipo olímpico de Kenia John Anzrah, por lo que el grado de exigencia es elevado. “Cuando llegan los atletas no tienen ninguna preparación física. Cero”, explica sin rodeos. “Hay que recordar que esta gente vive en campamentos y tuvimos que empezar por algún lado”, explica.
Pero, el entrenador muestra su optimismo. “Hay talento” en el grupo, en el que destaca un corredor somalí, Mohammed Daud Abubakar. Sus compañeros le encuentran un parecido con el campeón británico de origen somalí Mo Farah y por ello le han apodado así.
Entrenamiento en Kakuma. /
AFP
“Quiero ser uno de los mejores corredores del mundo y por eso Rio significa tanto”, explica Mohammed. “Sabe, Mo es somalí igual que yo, y me encantaría ser como él dentro de unos años. Si posible, desde Rio”, desvela el joven.
Las plazas serán caras en el equipo, que sólo tendrá entre 5 y 10 atletas. Pero, cada fin de semana, estos deportistas – refugiados se miden con los duros corredores kenianos en pruebas tanto de pista como de carretera. En junio se nombrarán a los miembros del equipo.
El jefe del Comité Olímpico Keniano Kipchoge Keino recordó que las actuaciones de los atletas deben ser muy buenas si esperan formar parte del equipo, siempre permitiéndose soñar. “Podríamos ver a uno de estos chicos volver con una medalla de oro”, afirmó. Si se llega a dar el caso, será la bandera olímpica la que ondeará en el cielo brasileño durante la ceremonia de medallas y no la de su país de origen. Para Keino el mensaje sería fantástico: “Las autoridades del país de origen (del medallista) verían que tenían talentos y que les han dejado escapar”.
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