Una señal de alarma en las regionales alemanas

El Periodico, , 26-03-2016

Hace tan solo un año Alemania podía presumir de ser uno de los pocos países de la Unión Europea donde el populismo xenófobo no tenía una creciente presencia en su escenario político. Su consciencia histórica y la tradición de pivotar desde un gobierno centrista obviando los extremos hacia casi imposible adivinar que los comicios de este marzo supondrían una fuerte entrada de la ultraderecha en las instituciones públicas.

Aunque nació a finales de 2014 como un movimiento de crítica al gobierno, en 2015 Pegida (Patriotas Europeos contra la Islamización de Europa) se destapó como un importante grito racista de ciertos sectores de la ciudadanía que pedían más mano dura en las concesiones de asilo. Ese clamor fue escuchado por Alternativa para Alemania (AfD), un partido residual formado en 2013 bajo un lema euroescéptico, que durante la renovación de su cúpula el pasado julio adoptó las tesis del populismo xenófobo. Son el partido de Pegida, lamentó uno de sus fundadores, Bernd Lucke, al abandonar el partido. Entonces su intención de voto era del 3%.

En septiembre la llegada de los refugiados supuso una difícil prueba para Angela Merkel y una oportunidad de oro para AfD. La cancillera abrió las puertas de Alemania intentando liderar una reacción comunitaria pero Bruselas no escuchó. Su decisión fue en un principio aplaudida por los alemanes pero los constantes fracasos en las negociaciones dejaron a la líder sola ante la crisis y el creciente escepticismo en su país. La CSU, partido hermano de la CDU y aliados de la coalición que gobierna en Berlín, endureció su discurso al ver que perdía votos por el flanco derecho pero Merkel no ha dejado que la retórica xenófoba marque su agenda. Aún así, las críticas internas han debilitado su liderazgo hasta llevar a un 40% de los alemanes a querer su dimisión.

La caída del centro – derecha tradicional se ha compensado con el auge de AfD, torpedeada hasta el 13% en intención de voto. La contundente entrada en tres parlamentos regionales escenifica el retorno de la ultraderecha en la política alemana y el primer paso de un sendero construido sobre el fracaso europeo y la difícil gestión de la incesante llegada de refugiados. Aún con su liderazgo mermado Merkel sigue apostando por su visión de estadista. Ahora deberá hacer equilibrios para mantener a flote su política migratoria y, a la vez, a su partido a falta de un año y medio para las elecciones generales.

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