Hablar del norte de Europa es hablar de progresismo y del Estado de bienestar más completo. Pero, irónicamente, hoy también es hacerlo del auge del populismo xenófobo al que está sucumbiendo el modelo nórdico, un fenómeno continental que está haciendo temblar los cimientos de su reputación.

La llegada masiva de refugiados ha abierto la puerta al ultraconservadurismo de tinte más racista. En los países escandinavos, eso se ha vendido como una defensa de su confortable sistema ante una supuesta invasión islámica del sur. Un argumento con cada vez más aceptación.

Prueba de ello es la aprobación de una ley para requisar los bienes a los refugiados que lleguen al país, que fue incluso apoyada por los socialdemócratas. Muchos comicios han sido marcados por el discurso antimigratorio y los rojos (socialdemócratas) se han cansado de perder por ese aspecto, asegura Nils Holtug, director del centro de estudios migratorios avanzados de Copenhague.