DE IDOMENEO A IDOMENI

Diario Sur, , 23-03-2016

DE piedra es como te quedas cuando te enteras y te confirman que es verdad: la Unión Europea ha llegado a un acuerdo con Turquía para expulsar a ese país a los refugiados que están en territorio europeo. Me asiste la certeza que el tal acuerdo es contrario a la legalidad internacional, a los principios fundacionales de la Unión y a los Derechos Humanos. Si la noticia me la hubiesen comentado, digamos, en el casino habría pensado que mi interlocutor había leído mal o había estado hojeando un periódico de 1916, cuando se hacían esas cosas. Pero no: es cierto. ¿Es que, sin yo saberlo, se había derogado la Declaración Universal de los Derechos Humanos? Esa que comienza con la frase «Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana.» Parece que no y tampoco, la Convención Europea de Derechos Humanos cuyo nombre completo es aún más explícito: Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales. Da la idea que todos somos humanos pero algunos son o somos más humanos que otros.

Recuerdo que a ese Convenio se añadió un protocolo que establece garantías de procedimiento en caso de expulsión de extranjeros que si bien especificaba que el derecho a la libre circulación se limitaba al territorio del Estado en el que la persona se encontrase en situación regular se prohibía las expulsiones colectivas, debiendo ser, por tanto, individualizadas. Desde entonces se han ido reforzando los derechos de los mal llamados «ilegales» exigiendo que las decisiones se adoptasen conforme a la ley, concediéndose a las personas objeto de la medida el derecho a formular alegaciones contra la decisión y a conseguir la revisión del caso. Costó bastante que se ratificase este protocolo. España se hizo un poco la remolona: tardó 25 años. Sólo nos consuela que más demoró Bélgica, creo. Pero hoy ya es ley en los 47 estados que están en el Consejo de Europa. ¿Parole, parole, como dice la canción?

El Consejo Europeo ha aprobado esta barbaridad: el daño ya está hecho. Las autoridades europeas han renegado del más elemental de los fundamentos de esta unión que parece tambalearse: la creación de un espacio de libertad, seguridad y justicia que facilite la seguridad interior, una justicia eficaz y una fuerte protección de las libertades públicas. Algo de los que nos sentimos tan ufanos. Se ha modificado en algunos términos el convenio inicial se dice que las expulsiones serán individualizadas – lo que se antoja imposible – y que los turcos no lo tendrán tan fácil para circular por Europa pero en lo esencial se queda como está.

El Consejo General de la Abogacía Española, acompañado por partidos, sindicatos y otras organizaciones, convocó a concentraciones para expresar el repudio de la sociedad civil contra una medida que significa ni más ni menos el retrotraernos a tiempos que creíamos totalmente superados. Como decía mi compadre Arturo, el holocausto no se trasmitió en directo por lo que podíamos alegar ignorancia pero para esto no tenemos coartada. En diversas ciudades se juntaron unos cuantos, muy bien intencionados, pero creo que no se oyó el clamor popular. Mucho más impactante es una huelga del taxi, por ejemplo. Algo nos está pasando. No reaccionamos. Como invitó en su contestación el Nobel a don Félix el pasado domingo: ¡desaletárganos!

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