Decencia
Diario Sur, , 20-03-2016Mediodía del martes, 15 de marzo. En poco tiempo el PSV Eindhoven se enfrentará al Atlético de Madrid en el Vicente Calderón y seguidores del equipo holandés toman cervezas en la Plaza Mayor de Madrid. Todo normal, todo dentro de la decencia. Divertirse, relajarse y apoyar a tu equipo es muy razonable e incluso saludable, pero en toda fiesta hay un pamplinas que tiene la capacidad de aglutinar a otros de su especie hasta formar una jauría humana, calificativo que reconozco duro pero que es el que me sale cuando contemplo las imágenes difundidas en los medios y en la red. La mofa y la provocación de la humillación ajena es la antesala de cosas muchos peores. Estos imbéciles no han provocado una lesión física en las personas objetos de sus burlas pero han destrozado su dignidad aprovechando que son vulnerables. Sería muy interesante constatar si estos energúmenos mantendrían su aptitud macarra y deshumanizada si esas mujeres que bailaban, hacían flexiones o se tiraban al suelo para recoger las monedas (de 5 céntimos, además ratas) que les arrojaban, tuvieran una capacidad de respuesta adecuada para parar el escarnio. Está claro, humillar a los pobres es menos arriesgado que plantar cara a los poderosos.
Mantiene Avishai Margalit (La sociedad decente, Paidós, 1997) que no hay decencia cuando las instituciones humillan a las personas porque en el fondo los consideran no humanos. Los tipejos que rebuznaban «no paséis la frontera» en la Plaza Mayor demuestran que algunas instituciones indecentes cuentan con banquillo para perpetuar su sucio linaje, el mismo, salvando las distancias, de aquellos ‘valientes’ nazis que cortaban los barbas a los judíos como aperitivo previo al genocidio de millones de personas. Creo firmemente en el principio de intervención mínima del Derecho Penal, pero espero que se haya abierto diligencias policiales para identificar a esos cabestros con vistas a verificar la posible existencia de responsabilidad penal (art 510 del CP) en su deplorable mamarrachada.
Desde este domingo, y como ha pactado la UE y Turquía, habrá ‘retorno’ de refugiados hacía el aspirante a la incorporación, lugar poco seguro para los derechos humanos, y si no pregunten a los kurdos. Lo llame como lo llame el Acuerdo, esto será una ‘expulsión’ (tal como lo interpreta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, ahuyentar de un lugar) y será ‘colectiva’ (los extranjeros que sean detectado), convirtiendo en papel mojado el artículo 4 del Protocolo 4 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, que dice «quedan prohibidas la expulsiones colectivas de extranjeros». La decencia se está convirtiendo en un bien escaso.
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