El viaje de la familia Ouali: emigrar para intentar salvar la vida de un hijo
La complicada situación de una familia marroquí cuyo hijo lleva más de tres años luchando contra el cáncer en Málaga desata una ola de solidaridad
Diario Sur, , 20-03-2016Es difícil imaginar cómo se vive sin determinadas cosas que en el Primer Mundo damos por supuestas. Por ejemplo, el sistema sanitario. Por eso la historia de la familia Ouali escuece como una bofetada en la cara. Rduaud y Habiba, una joven pareja marroquí, vieron en su primogénito Amin, cuando tenía apenas un año, los primeros síntomas de lo que mucho después se diagnosticaría como cáncer de testículo. Vivir en una zona rural y carecer de coche les hacía muy difícil acceder a un médico y cuando consiguieron ir al hospital de Nador, aseguran, les despacharon sin hacerle al pequeño ninguna prueba. No fue hasta que un familiar les llevó a Melilla cuando su hijo fue por fin diagnosticado. Pero había pasado un año y para entonces era tarde. Su gravedad era tal que fue trasladado en helicóptero al Hospital Materno de Málaga en septiembre de 2013, donde ha estado recibiendo tratamiento desde entonces. Hace pocas semanas, los médicos comunicaron a Rduaud y Habiba que no pueden hacer nada más por su hijo, que está a punto de cumplir 5 años. «La enfermedad se ha extendido demasiado», explican.
Hasta aquí, el drama de los Ouali, dejando aparte el retraso en el diagnóstico, puede ser parecido a la de tantas familias destrozadas por el cáncer infantil. Pero las condiciones en las que ellos han vivido la enfermedad de su hijo añaden un segundo factor de sufrimiento. Rduaud, que trabajaba como campesino, y su mujer, aterrizaron en Málaga sin dinero, familiares o amigos que pudieran ayudarles ni conocimiento del idioma. La Fundación Ronald McDonald, a la que están «muy agradecidos», les brindó un piso junto al Materno en el que llevan alojados todo este tiempo. De hecho, no es la única familia marroquí que hace uso de las viviendas que brinda dicha organización benéfica a las familias de pacientes de oncología infantil. Lo que ocurre es que la falta de ingresos les ha llevado a sufrir auténticas privaciones en lo que respecta a necesidades tan básicas como comida o ropa. Ellos no quieren dar detalles: «Les da vergüenza», afirma Ikram, una vecina de Martiricos que cada día les acoge en su casa para almorzar. «Estos niños han pasado hambre», asegura.
Otro hijo nacido en Málaga
La situación de la familia se volvió aún más complicada cuando llegó una boca más que alimentar: Mustafá, que nació en Málaga hace un año y medio y ha sufrido también problemas de salud a causa de su gran prematuridad: nació tras sólo seis meses de gestación y tuvo que ser sometido a una operación de corazón. «Ahora está bien pero es muy pequeñito para su edad, tiene problemas de respiración y siempre está resfriado», cuentan sus padres.
La familia ha sobrevivido gracias a la solidaridad de gente anónima que ha ido conociendo su caso y les ha brindado pañales, alimentos, juguetes y ropa. La Asociación Palmira de Apoyo al Pueblo Sirio y la Mezquita de Málaga, a la que los Ouali acuden a rezar, también se han implicado para ayudarles. «Ahora ya no me siento tan sola», reconoce Habiba, agradecida por el apoyo que están recibiendo. Ver disfrutar a Amin como el niño que es en la fiesta de cumpleaños que le organizaron hace un par de semanas les hizo sonreír a ella y a su marido por primera vez en mucho tiempo. El pequeño, en su perfecto español con acento malagueño – lleva tres de sus cinco años de vida en Málaga – , cuenta orgulloso que le regalaron «una ‘tablet’ y un disfraz de Spiderman» que estuvo días sin querer quitarse.
Pero eso no les hace olvidar la realidad a la que se enfrentan. Porque al sufrimiento de saber cercana la muerte de su hijo – en los últimos días tiene dolores y ya no se levanta de la cama – se suma otra angustia añadida. Porque Rduaud y Habiba no quieren volver a su aldea. Tienen miedo de que las precarias condiciones de su vivienda – prácticamente, una choza donde se cuela el frío y la humedad – y la lejanía de los servicios sanitarios les aboque a perder a su otro hijo. «Quiero luchar por Mustafá. Él ha nacido aquí, tiene problemas de salud y necesita revisiones», afirma Rduaud.
Sin embargo, las perspectivas son complicadas para que esta familia se pueda quedar en Málaga, ya que carecen de vivienda y trabajo. Y conseguir esto último es difícil ya que Rduaud y Habiba apenas hablan español. No obstante, ellos no pierden la esperanza de que alguien les brinde una oportunidad para quedarse en España y garantizarle así una infancia sana al pequeño Mustafá.
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