El acuerdo turco, entre Chipre y la legalidad

Los líderes de la UE ultimaban anoche una propuesta sobre los refugiados de cara a intentar cerrar hoy un acuerdo con Ankara

Diario Sur, ADOLFO LORENTE , 18-03-2016

La presidenta de Lituania se está convirtiendo en el mejor termómetro de las cumbres europeas. Sus llegadas se están convirtiendo en todo un clásico. En la del ‘Brexit’, aseguró que todos tendrán su dosis de dramatismo, pero al final habrá acuerdo. Lo hubo. En la última con Turquía, instó a sus colegas a darse prisa «porque los refugiados se mueven más rápido que nosotros», y ayer, Dalia Grybauskaité aseguró: «Entiendo y apoyo parte de las críticas, porque es un paquete muy complicado, difícil de aplicar, y en el filo del derecho internacional». Esta es la clave. Que no haya dudas sobre su legalidad para que políticamente pueda ser vendido ante una opinión pública incendiada con la UE, con unos líderes que sin embargo sólo se limitan a actuar en función de las encuestas que se publican en sus países. Y es que en algunos Estados la gente no es muy prorrefugiados que se diga.

Los jefes de Estado y de Gobierno de la UE volvieron a reunirse en Bruselas para intentar llegar a un complejo acuerdo que sirva para solucionar o al menos aliviar la crisis de los refugiados, el gran reto al que se enfrenta Europa después de la II Guerra Mundial. No es fácil. Al cierre de esta edición, los jefes seguían ‘pegándose’ a puerta cerrada de cara a consensuar una posición común que llevar a la mesa de negociación con Turquía, que amenazaba con prolongarse durante toda la noche de cara a que hoy por la mañana los líderes de los 28 suscriban un pacto con el primer ministro turco, Ahmed Davutoglu. Hay desayuno previsto, pero nadie descarta que haya comida o incluso una cena. El teatrillo europeo de las grandes ocasiones no puede faltar.

El problema es que en esta ocasión hay poco de escenificación. Hay mucha división y problemas de enorme envergadura, como las muchas dudas que existen sobre la legalidad de las drásticas medidas que quieren tomar. Grosso modo, lo que la UE busca es que Turquía gestione todo el problema de los refugiados y desde aquí, incentivar la inmigración legal hacia Europa bajo el principio de ‘un retornado, un acogido’. En la práctica no será así, ya que las plazas serán limitadas.

Pero claro, el sí de Ankara no es ni mucho menos gratuito, y sabedor de que tiene la sartén por el mango, el régimen de Recep Tayyip Erdogan va a intentar sacar el máximo rédito político al acuerdo. Aparte de más dinero (otros 3.000 millones), exige la liberalización de visados para sus ciudadanos a partir de julio y acelerar las negociaciones para su futura adhesión al club de clubes. He aquí el gran problema político: Chipre se niega en redondo. Turquía es su gran enemigo y hasta que el país otomano reconozca al Gobierno de Nicosia no hay nada que pactar.

«Espero que haya un acuerdo pero no será a costa de nosotros», recalcó a su llegada el presidente chipriota, Nicos Anastasiades. El presidente del Consejo, Donald Tusk, se posicionó ayer a su favor y recalcó que los intereses de todos los socios de la UE serán respetados, «los de los grandes pero también los de los pequeños».

Oportuno aval del Tribunal

Pero más allá del problema político, el hito crítico del acuerdo es la legalidad vigente. Según la Comisión Europea y el Consejo, su propuesta está avalada por el Derecho Internacional y las directivas europeas una vez se ha recalcado que no se producirán expulsiones masivas de refugiados a Turquía. Según los borradores de conclusiones que circulaban anoche, se garantiza que cada persona será atendida individualmente en Grecia, donde podrán pedir asilo. En caso de que su propuesta no sea aceptada, podrán recurrir, pero no queda claro si mientras se tramita este recurso, seguirían en tierras helenas o serían enviados al país vecino.

La clave de bóveda del proceso es que Turquía sea considerado por Grecia un «país seguro», lo que facilitaría el retorno de estos migrantes. Ayer, de hecho, el Tribunal de Justicia de la UE puso una alfombra roja a los líderes al asegurar que esta medida es compatible con la legislación vigente. El primer ministro heleno, Alexis Tsipras, defendió esta propuesta y pidió a sus colegas ayuda para solventar la grave crisis humanitaria que se está viviendo en Idomeni, en la frontera con Macedonia.

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