El grafiti de Aylan

La Vanguardia, Màrius Carol, 13-03-2016

Un enorme grafiti recuerda al pequeño Aylan Kurdi junto al río Main, frente a la sede del Banco Central Europeo, en Frankfurt. El pequeño sirio, de tres años, murió ahogado cuando con su familia intentaba llegar a la isla griega de Cos. Su cuerpo varado en la arena de una playa turca, con su camiseta roja y sus pantalones azules, resulta una imagen de infinita tristeza que simboliza el drama de quienes huyen desesperadamente de la guerra hacia Europa en busca de un futuro mejor. Los grafiteros Justus Becker y Oguz Sen pintaron su mural esta semana, poco antes de que la UE aprobara expulsar a los inmigrantes, incluidos los sirios, que lleguen al continente.

Pocas veces una imagen tiene tanta fuerza para concienciar de una realidad, pero seguramente en escasas ocasiones una fotografía ha despertado tanta polémica. El retrato de Aylan fue reproducido en numerosos diarios no por afán de morbosidad, sino para agitar las conciencias de los europeos. Pero no todo el mundo lo interpretó así, hasta el punto de que en las redes sociales hubo ataques a los medios que optaron por llevarla a sus portadas, que el tiempo se ha encargado de ridiculizar. El propio padre de Aylan, Abdullah Kurdi, que perdió a otro hijo menor y a su esposa en el naufragio de la lancha, se encargó de desautorizar a tanto policía de conciencias de Twitter: “Fue correcto publicar esta foto, aunque yo no sea capaz de verla”.

Ante una fotografía como esta, la gente no puede mirar a otro lado. Ninguna otra instantánea refleja tan claramente los horrores que ocurren en el camino de Europa, sólo porque a quienes huyen de la guerra y de la miseria no se les facilita un visado. Jean – Paul Sartre escribió que la mirada es la experiencia vital en la comunicación. Las fotos pueden ser ilustraciones, pero también denuncia. El horror no puede ser banalizado y la imagen de Aylan es lo más parecido a situar nuestra conciencia frente al espejo.

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