sociedad
“Desembarca gente muerta de frío, llorando y con cara de miedo”
Los voluntarios vascos de Zaporeak empiezan hoy a dar comidas a los refugiados en Grecia
Diario de noticias de Gipuzkoa, , 12-03-2016donostia – Ya han comprobado que la realidad es más dura aún que la reflejada en las imágenes de prensa y televisión. Cada día arriban en precarias embarcaciones cientos de personas que huyen del horror de la guerra y la pobreza de Siria, Afganistán, Irak o Paquistán. Y ellos han llegado desde Gipuzkoa para sumarse a otros voluntarios y aliviar el hambre, el frío y la indefensión de esos refugiados.
Una semana después de llegar a la isla griega de Chios, los integrantes del proyecto Zaporeak comienzan hoy a repartir la comida donada por particulares y empresas vascas a fin de cubrir las necesidades básicas de los inmigrantes que escapan de la muerte y la miseria. “Cada noche desembarca gente llorando, muerta de frío y con cara de miedo. Llegan barcas encharcadas con 50 personas cuando están preparadas para 10; llevan a los niños en brazos para que no se mojen. Luego les llevan a los campos a registrarse”, describe Dani Rivas, uno de los voluntarios de la iniciativa surgida en la asociación gastronómica que tiene como sede la villa Yeyette del barrio donostiarra de Intxaurrondo.
El equipo solidario guipuzcoano tiene todo preparado para distribuir platos cocinados por ellos en utensilios y electrodomésticos facilitados por firmas de Euskadi. Hasta ahora han preparado comida para voluntarios de otros países, que “están agotados”, mientras que a los que otean la arribada de nuevas barcas les preparan cafés.
Hoy debutan de forma autónoma tras alquilar un local como base de operaciones y equiparlo con fuegos, frigoríficos, congelador, horno, microondas, cazuelas, sartenes y menajes de cocina, facilitados por Fagor, Lacor y Comercial Hostelera del Norte.
ferry Así darán comienzo a una febril actividad humanitaria que se prolongará seis meses si la generosidad de los guipuzcoanos continúa a través de las donaciones. De momento, tienen existencias para unos dos meses, mientras que el voluntariado de Zaporeak se relevará cada tres semanas.
En estas jornadas de preparación han observado con atención el incesante flujo de seres humanos que transita por Chios, una isla que sirve de plataforma para los más necesitados en su viaje desde las costas turcas hasta la Grecia continental. Allí les espera la entrada a una Europa que se niega a a abrirles la puerta.
Mientras tanto, esta porción de tierra situada en el mar Egeo acoge a los fugitivos de la muerte y la penuria en campamentos donde se agolpan 3.000 personas a la espera de embarcar hacia Atenas o Kavala. “Antes, la gente venía y por la tarde ya se estaba marchando en el ferry, pero ahora el Gobierno griego limita la venta de billetes. Hay días que venden entre 100 y 120 y, a lo mejor, quieren irse 1.000. O sea, aquí se quedan más tiempo y la situación es bastante precaria. Están durmiendo dentro de una carpa”, pormenoriza Rivas.
Ante esta situación, la incertidumbre sobrevuela en Chios a todas horas. “No saben qué hacer porque no saben qué va a pasar. No podemos planear nada de aquí a un mes porque puede ocurrir que se cierre la frontera”, expone este joven voluntario.
Los limitados recursos alimentarios de un principio, cuando el ACNUR “solo daba agua y galletas”, han aumentado con la ayuda de tres cocinas compuestas por griegos y otra impulsada por un hindú, a la que se suma la del voluntariado vasco. “Hasta el momento, les hemos echado una mano con una perola de comida y nos poníamos a servir sopa”, manifiesta Rivas.
A lo largo del día de hoy, llega el turno de los representantes de la solidaridad guipuzcoana, quienes recalcan que es necesario dar continuidad a esta labor altruista desde todos los ámbitos: social, institucional y empresarial.
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