Si esta columna tuviera foto les pondría una que me encontré ayer preparando un reportaje sobre La Sexta, y que ya ni recordaba pese a lo reciente que es. Es un cartel donde pone “Stop Refugiados” junto a la señal de prohibido en la que dentro aparece una persona donde antes perfectamente podía haber figurado un cigarro. Sacado de su contexto parece demasiado real. Pertenece a la serie de ciencia ficción Refugiados, que narraba la llegada por millones de unos tipos del futuro buscando asilo que no tardan en provocar el rechazo de la sociedad pese a que los que vuelven intentando salvar sus vidas son precisamente sus descendientes. Europa va a pagar 3.000 millones de euros a Turquía para olvidarse de los refugiados sirios que buscan escapar de la muerte y además podrá enviar un ciudadano turco por cada inmigrante sirio que saquen de Europa como en un diabólico intercambio de rehenes. Un acuerdo que Amnistía Internacional y otras ONG ya han calificado de ilegal, inmoral e inhumano. Una burla con forma de trueque remunerado que no resuelve nada y en todo caso lo empeora. Es la gran solución de una Europa que parece que ya no tiene soluciones ni para los suyos ni para los demás. Que pone a los refugiados si no en la diana sí en el mismo espacio donde antes ponía las colillas.