La imagen del pequeño Aylan Kurdi, de solo 3 años, ahogado junto a su hermano de cinco mientras trataba de alcanzar en un bote las costas de la isla griega de Kos, conmocionó al mundo el 2 de septiembre. Su cadáver apareció en una playa de la turística Bodrum (Turquía), boca abajo, junto al mar. Su tragedia simboliza la de todos los niños refugiados que mueren en el intento de alcanzar una infancia feliz y en paz.

Esperanza en una nueva vida es el título de la imagen que ganó este año el prestigioso World Press Photo, tomada por el fotógrafo freelance australiano Warren Richardson en la frontera entre Serbia y Hungría. La imagen, en blanco y negro y no publicada en su día por ningún medio, muestra a un hombre pasando a un bebé por una alambrada, mientras otro lo toma en sus manos, en el paso fronterizo de Roszke.

El pasado agosto, la imagen de un refugiado sirio de Deir Ezzor, abrazado con desespero a dos de sus hijos mientras alcanzaba tierra firme, transmitió al mundo el sufrimiento y el miedo padecido durante las travesías clandestinas hacia Europa. El protagonista estalló en lágrimas al verse a salvo en Kos tras un peligroso viaje por mar desde Turquía en un bote hinchable junto a una quincena de hombres, mujeres y niños.