Ante el aislamiento de Grecia Tsipras pasa a la ofensiva
Canarias 7, , 25-02-2016Ante la evidencia de que buena parte de Europa cree que la solución de la crisis de refugiados pasa por aislar a Grecia, el primer ministro, Alexis Tsipras, ha optado por pasar a la ofensiva y recurrir a un instrumento tradicional de la negociación comunitaria: la amenaza con vetar acuerdos.
“A partir de ahora Grecia no va a dar su consentimiento a acuerdos (comunitarios) si no se garantiza que habrá un reparto obligatorio de la carga y de la responsabilidad proporcional entre los Estados miembros”.
En tono combativo y solemne a la vez, Tsipras lanzó anoche este órdago durante una intervención en el Parlamento, horas después de que los países de la ruta balcánica y Austria acordaran diseñar su propio plan de protección de fronteras.
Lo había hecho ya en los pasillos del pasado Consejo Europeo de Bruselas, cuando amenazó con no dar su aprobación al acuerdo sobre el Reino Unido si no obtenía garantías “por escrito” de que nadie cerraría las fronteras.
Finalmente todo se quedó en una subida de tono, pues Francia y Alemania le aseguraron que antes de la próxima cumbre con Turquía, el 7 de marzo, no habría acciones unilaterales.
No habían pasado 24 horas cuando las direcciones policiales de los principales países de la ruta balcánica decidieron impedir el paso a todos aquellos refugiados que no portaran un documento en regla, algo que soliviantó ayer al Alto Comisionado de ACNUR, Filippo Grandi, en su visita a Atenas, pues, como dijo, muchos no disponen de papeles por huir de una guerra.
Grandi sostuvo además que el acuerdo de Viena “posiblemente” contravenga reglas y reglamentos europeos y, sin lugar a dudas, las leyes básicas de protección de los refugiados.
Por muchas críticas que pueda escuchar por las deficiencias en el control de sus fronteras, Tsipras sabe que los argumentos legales están de su lado, aún más teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de las personas que entran a Europa por este país son refugiados y no inmigrantes económicos.
A ello se añade que las fronteras de Grecia son marítimas, lo que impide rechazar a los que llegan.
Ambos hechos hacen que el argumento de que Grecia no cumple adecuadamente con sus obligaciones, independientemente de que pueda ser cierto, no justifica ningún cierre fronterizo, sino que se antoja como excusa para no asumir lo que es una realidad: la incapacidad de la Unión Europea de actuar unida.
Durante las negociaciones con la troika sobre el tercer rescate, Tsipras no pudo recurrir a la baza del veto, porque sabía que no había una gran pasión por mantener a Grecia en el euro y su arma fácilmente le podría haber estallado en la cara.
Ahora la situación es distinta. Se trata de una crisis que afecta a toda la Unión Europea y de su gestión depende la supervivencia de la Unión, como han señalado distintos líderes europeos.
“No podemos olvidar lo que nos repetían constantemente en verano pasado: ‘pacta sunt servanda’ (los acuerdos deben ser cumplidos). De repente, hoy se demuestra que la presión para el cumplimiento de los pactos y de las reglas solo vale para algunos, no para todos”.
Con esta frase pronunciada ayer en el Parlamento Tsipras intenta recuperar el papel de adalid moral de Europa, un rol que ha ido perdiendo a lo largo de este año de Gobierno a golpe de nuevas reformas dolorosas para una población que, asfixiada por la crisis, ha perdido la poca confianza en la política que le quedaba.
Este golpe de timón le viene bien en un momento en que las imágenes de miles de personas protestando por las políticas de austeridad se ha vuelto a apoderar de las calles.
Pero también es un juego arriesgado, pues Tsipras sabe que sus amenazas pueden convertirse en un arma arrojadiza en plena negociación con los acreedores para el siguiente desembolso del rescate.
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