REFUGIADOS HUYÓ DE BANGLADESH TRAS SER AMENAZADO POR SU DESTREZA EN EL TABLERO

JAQUE MATE DE FAHIM AL MIEDO

El joven ha conseguido la residencia en Francia tras proclamarse campeón nacional de ajedrez

El Mundo, NATALIA JIMÉNEZ MADRID, 25-02-2016

Fahim llevaba una vida tranquila en Blangladesh. Era un niño de seis años normal. Normal hasta que amenazaron con raptarle por cómo destacaba en el juego de ajedrez. Normal hasta que tuvo que huir con su padre a Francia. Normal hasta que empezara su pesadilla.

Fahim ahora es campeón de ajedrez en Francia, ha publicado un libro, El rey de Bengala, y se muestra amable y respetuoso cuando se sienta a hablar con EL MUNDO. Los años que pasó viviendo de un centro de refugiados a otro, lejos de su familia y con el miedo constante a ser deportado, aún marcan su día a día.

El ajedrez es su vida. Es la razón por la que tuvo que huir, pero también le ha devuelto todo lo que le había quitado. Ganó el torneo nacional en Francia y con él consiguió los papeles de residencia para él y su padre. «Es un campo de batalla. Tienes que luchar constantemente. Juegas para ti y sólo sirve la victoria». Y eso hizo Fahim a lo largo de todos esos años. Luchar. Vencer el miedo. «Ya no creo en nada», cuenta. «Hace muy poco vivía en la calle y ahora estoy haciendo una promoción, ¿qué sentido tiene?».

En el libro cuenta con detalle cómo es llegar a un país desconocido, cómo es no poder comunicarte y no tener amigos. «Con el libro quiero que la gente vea lo que hay detrás de esa persona que está en la calle», porque cree que a los europeos, «les entra por un oído y les sale por otro. Un resumen de lo que significa vivir en la calle lo tienes en cualquier calle». «Por ejemplo, la gente puede cruzar una calle, ver a una persona pobre sentada en el suelo y, ¿qué son 50 céntimos? Si todos hiciesen un pequeño gesto, estoy seguro de que esas personas se las arreglarían mejor y cuando salieran de esa situación ayudarían a otros». Ése es su consejo: ayudarse los unos a los otros. Construir un mundo nuevo con pequeños detalles.

A Fahim no le gusta hablar de su familia. No le gusta pensar en el pasado. «Podríamos olvidar todo lo que pasó hasta que me dieron los papeles. No quiero vivir en los lamentos ni en la nostalgia. Prefiero ser feliz. He tenido suerte y quiero seguir aferrándome a esa suerte».

Hoy por hoy no volvería a Bangladesh. En todo caso, por su familia. Y a lo mejor ni eso. Se pone serio: «Digamos que me he desligado un poco de mi familia. Les echas en falta, pero después de años te acostumbras a no estar con ellos. Para mí ya son casi desconocidos».

¿Su sueño? Representar grandes marcas deportivas. Y crear una fundación que acoja a los inmigrantes, les enseñe a jugar al ajedrez y se convierta en un espacio en el que puedan evadirse.

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