El órdago de Orban a la UE

El primer ministro húngaro anuncia un referéndum sobre las cuotas para repartir a refugiados

El Mundo, , 25-02-2016

En Viena, se unían al bando los ministros de Asuntos Exteriores y de Interior de Austria y nueve países de los Balcanes Occidentales reunidos para acordar medidas nacionales ante la falta de una solución europea al flujo de refugiados.

Grecia, el primer país de entrada para los que intentan llegar a suelo europeo desde Turquía, no fue invitado a la reunión, que ha sido muy criticada no ya por Atenas, sino también por Berlín y por la Comisión Europea, pues socava la búsqueda de soluciones conjuntas que «los reunidos reclaman».

Orban, uno de los halcones que, al amparo de la crisis de los refugiados, sobrevuelan ahora el espacio europeo, afirmó al anunciar su decisión de «dar la voz al pueblo» que ya ha dado a la Comisión Nacional Electoral húngara instrucciones para que inicie los preparativos del referéndum y fije la fecha para la celebración del mismo. La pregunta será: «¿Quiere usted que la UE decrete el realojamiento obligatorio de ciudadanos no húngaros en Hungría y sin el consentimiento del Parlamento húngaro?» El Ejecutivo hará campaña por el no.

«El que vote no, votará por la independencia de Hungría», advirtió Orban, contrario desde el primer momento a un sistema obligatorio de cuotas y contra el que ha desplegado para impedirlo toda la batería de medidas a su alcance, incluida una demanda ante los tribunales europeos.

Ya en noviembre, el Parlamento húngaro aprobó una resolución que asegura que la Comisión Europea (CE) no cuenta con las competencias legales para crear el sistema de cuotas obligatorias de reparto de refugiados.

La UE acordó el pasado mes de septiembre el reparto entre sus socios de 160.000 refugiados, con la abstención de Finlandia y el voto en contra de Hungría, Eslovaquia y República Checa. El resto aceptó, pero lo cierto es que sólo se han procedido a realojar un par de cientos. Hungría, que debería acoger según ese reparto a 2.300 personas, ha sido, no obstante, el único país que ha dejado meridianamente claro que no piensa hacerlo. El referéndum le dará nuevos argumentos en su negativa a cumplir con sus compromisos europeos.

«No estamos contra las cuotas, sino contra las cuotas obligatorias», reiteró el mandatario húngaro, para quien la política migratoria de la UE ha fracasado y no será Hungría el país que asuma las consecuencias.

«Bruselas quiere dejarlos entrar, quiere transportar a inmigrantes ilegales dentro del territorio de la UE y luego repartirlos de forma obligatoria. Mi Gobierno no lo aceptará», recalcó Orban, para quien el origen de la crisis se llama Alemania: «Si Alemania les invita, que les proporcionen visados».

Orban ha hecho desplegar vallas y alambradas a lo largo de sus fronteras, un atrincheramiento nacional contra los refugiados, que el ultraconservador y nacionalista primer ministro justifica en su obligación de «defender la seguridad de los húngaros», «impedir que tengamos que vivir con quien no queremos» y para «preservar el mapa étnico, cultural y religioso» húngaro.

En Viena, los ministros de Austria, Eslovenia, Croacia, Serbia, Bosnia, Kosovo, Montenegro, Bulgaria y Macedonia no esgrimieron los miedos que Orban parece tener a la «islamización» de su país, pero su «coordinación de políticas nacionales» contra el flujo de refugiados han dado una nueva acepción a la solidaridad europea: fracaso.

«Estamos ante una cuestión de seguridad y estabilidad en toda Europa y mientras Europa no genera soluciones, es legítimo que los países afectados por el flujo de refugiados adopten medidas nacionales y regionales», justificó la ministra de Interior austriaca, Johanna Mikl-Leitner.

Esas medidas incluyen el incremento de los controles y sellado de fronteras; es decir, el cierre de la llamada ruta de los Balcanes. El comisario europeo para los Refugiados, Dimitris Avramopuolos, ya ha advertido de que el cierre de la ruta es contrario al derecho internacional y europeo. De ello hablarán hoy los ministros del Interior de los 28.

Y, además, aumentará la presión sobre Grecia, cuyo primer ministro, Alexis Tsipras, telefoneó este miércoles a la canciller Angela Merkel para expresar su malestar por el reforzamiento de los controles fronterizos y la devolución de miles de migrantes a su país, donde ya hay un cuello de botella difícilmente gestionable.

Tsipras arremetió contra la reunión de Viena y recordó a Merkel que ella y el presidente francés, François Hollande, prometieron en el marco del Consejo Europeo celebrado la semana pasada en Bruselas que harían todo lo posible para mantener a abierta la ruta de los Balcanes hasta, por lo menos, la cumbre sobre Migración que la UE y Turquía celebrarán el 7 de marzo.

La canciller no ha hecho declaraciones. Observa en silencio y cada vez con menos capacidad de influencia cómo las fichas cambian de posiciones en el flanco este del tablero europeo.

DISTINTAS FORMAS DE AFRONTAR LA CRISIS
Bélgica cierra fronteras. Y es el séptimo país europeo en reintroducir los controles para tratar de hacer frente a la entrada de refugiados. Pretenden impedir que demandantes de asilo que salgan estos días del campamento de Calais, en Francia, puedan desplazarse hasta la localidad de Zeebrugge.

Portugal y la repoblación. El gobierno portugués ofrece a 10.000 refugiados un reasentamiento en su país para ocupar zonas rurales despobladas en las últimas décadas.

Atasco en Grecia. Las restricciones de viaje para los refugiados afganos e inmigrantes iraníes o paquistaníes están creando un gran cuello de botella en la frontera con Macedonia. Miles de personas esperan para cruzar a pesar de las advertencias.

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