Quince años después, Hamed Abderrahman Ahmed, el talibán español, ha vuelto a ser detenido. Esta vez no ha sido en Afganistán, sino en Ceuta, y no por los militares estadounidenses, sino por la Policía Nacional en una operación conjunta con Marruecos que ha desarticulado una red que reclutaba menores para la yihad.

Según Interior, los cinco arrestados –cuatro en Ceuta y uno en Nador– habían establecido a ambos lados de la frontera «una infraestructura de captación, adoctrinamiento, radicalización y envío de yihadistas para su integración» en el Estado Islámico (IS). Las mismas fuentes afirman que los detenidos tenían «la decidida voluntad y la plena disposición» para atentar en España y que habían hecho gestiones que «hacían viable la adquisición de armas y sustancias susceptibles de ser empleadas para la fabricación de explosivos».

La célula tenía dos dirigentes que ejercían de «mentores» de la doctrina radical yihadista en Ceuta. Uno de ellos era Abderrahman Ahmed, que se ganó el apodo de el talibán español cuando tras el 11-S fue capturado en Afganistán y enviado al campo de internamiento de Guantánamo. Estados Unidos lo entregó a España en 2004 y la Audiencia Nacional le impuso seis años de prisión por pertenecer a Al Qaeda. El Supremo, sin embargo, le absolvió al considerar nulas la mayor parte de las pruebas empleadas por la Audiencia. El Alto Tribunal rechazó todo lo relacionado con el «limbo» jurídico de Guantánamo. Una de las pruebas era la declaración de los policías españoles que le habían interrogado en la propia base de Guantánamo.

Hamed Abderrahman comenzó entonces una etapa de frecuentes apariciones públicas que se cortaron recientemente. Una etapa en la que se volvió «huidizo». Según expertos en islamismo, había adoptado un papel de «referente» entre jóvenes de la Ciudad Autónoma como veterano entrenado en Afganistán. Mantenía reuniones frecuentes en la playa en las que supuestamente radicalizaba a los asistentes.

Esa etapa concluyó a primeras horas del día de ayer, cuando la Policía se presentó en su casa del barrio de El Príncipe. Los agentes permanecieron durante horas en el domicilio. A las puertas, vecinos y amigos del detenido hacían también guardia. Según informa Jesús Blasco de Avellaneda, uno de ellos, con ropa de legionario, pelo corto y la clásica barba de radical islámico, plantó su furgoneta ante la casa, bajó las ventanillas y puso a todo volumen música con citas del Corán. La situación se mantuvo hasta que los agentes se llevaron a Hamed Abderrahman a la comisaría. El primer paso para que en los próximos días el talibán español regrese a la Audiencia Nacional para afrontar otra acusación por terrorismo.