SPIKE LEE ESCUPE AL MUNDO
El director se explaya contra los Oscar y contra el estado de su país tras firmar su mejor película, ‘Chi-Raq’, en años
El Mundo, , 17-02-2016Dice Spike Lee que entre 2001 y 2005 sólo en el Sur y Oeste de Chicago murieron 7.356 personas por arma de fuego. En realidad lo canta. No él, sino su película. Un rap irrumpe como una pesadilla (en todos los sentidos) sobre la pantalla en la primera escena de Chi-Raq y nos lo hace saber a gritos. Y le creemos. Aunque sólo sea por no llevar nunca la contraria a alguien con un tatuaje en el pecho. La Berlinale tuvo a bien descubrirnos, y no necesariamente por este orden: a) la mejor versión de Spike Lee desde La última noche (y de eso hace ya 14 años); b) la lectura más gozosamente hortera de un texto clásico (estamos hablando de Lisístrata, de Aristófanes), y c) el ejercicio de cine político más revelador e irreverente desde Haz lo que debas (y de ésta no decimos cuánto hace porque ofende). Y todo ello con el ruido de la polémica de los Oscar aún en los oídos.
«No he boicoteado nada. Simplemente he dicho que mi mujer y yo no vamos a ir. ¿Por qué? Bueno… en los dos últimos años, ves las nominaciones y nos ganan 40 a 0», dijo en una rueda de prensa que más parecía el sermón de la montaña. Por lo concurrido y hasta por el propio argumento de la cita vespertina que no era otro que analizar lo mal que estamos. Desde la educación, a la ausencia de leyes contra las armas, a Donald Trump… Todo mal.
La historia de la película es conocida. Harta de tanta guerra, nuestra heroína propone a las mujeres un agresivo pacto de no agresión: se acabó el sexo. En palabras de Teyonah Parris (Mad men) que encarna a la protagonista: No peace, no pussy (y que cada uno traduzca como quiera). Lee coloca a su grey en posición de ataque. La idea es convertir la pantalla en una agresión. Pero muy divertida. De nuevo volvemos a ver al director que hizo de la ausencia de reglas su marca. Y ello sin renunciar a criterios tan habitualmente denostados como lo cursi, lo estrafalario, el mal gusto, el grito, el panfleto, lo simple y todo lo obvio. La película se maneja como un musical impúdico incapaz de atenerse a las más mínimas pautas del decoro. Todo está ahí para estallar. El resultado es sencillamente irrefutable. Nadie habla lo suficientemente alto para llevarle la contraria a Lee, que seguro que lleva un tatuaje en el pecho. Chi-Raq explota.
Por lo demás, la sección oficial a competición ofreció una de las películas más esperadas. Aunque sólo fuera por el reparto encabezado por Jude Law, Colin Firth y Nicole Kidman. Manda la alfombra roja. El director de teatro Michael Grandage debuta en el cine según la biografía de A. Scott Berg sobre Max Perkins, el editor de gente como Hemingway, Scott Fitzgerald y Thomas Wolfe. La película relata el trabajo de acercamiento muy cerca del romance, de la seducción, entre un hombre gris, laborioso y anónimo (Firth como editor) y otro torrencial (Law como Wolfe). Y los dos condenados por el mismo veneno: la literatura. El problema es que el magnetismo de la historia que se adivina apenas encuentra en la pantalla una traducción plana, preciosista y más pendiente de la piel que de lo dentro. Lo dejamos en biopic decente, pulcro y muy aseado. Y poco más.
Y así, el día se fue con el ruido de un cine que se quiere político por incómodo y divertido. «Estados Unidos es el país más poderoso. Cada día mueren 99 personas por arma de fuego. Si no me quieren escuchar, vean las cifras», dijo Lee. Pues eso.
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