Eterno retorno
el liderazgo de merkel en la gestión de la crisis de deuda parece insuficiente para lidiar con la crisis de refugiados
Diario de Noticias, , 01-02-2016la Unión Europea parece haber comenzado el año sumida, una vez más, en una parálisis que evoca una situación de eterno retorno. Una constante vuelta a la casilla de salida en la que el liderazgo esgrimido por Merkel en la gestión de la crisis de deuda (cuestionable o no) parece insuficiente para lidiar con la mayor crisis de refugiados vivida desde la Segunda Guerra Mundial. Todos los instrumentos y acuerdos ya suscritos se mueven con una lentitud pasmosa en casi todos los frentes. Ni siquiera el compromiso de los líderes europeos en la cumbre de diciembre con Turquía para que el gobierno de Erdogan contenga el flujo de refugiados a cambio de 3.000 millones de euros, aceleración de los visados para los turcos que quieran visitar territorio europeo y una mayor velocidad en el proceso de adhesión ha conseguido ningún fruto concreto.
La Comisión Europea se vio obligada a duplicar los fondos comunitarios dentro de este instrumento ante las reticencias de los gobiernos europeos a rascarse el bolsillo y a pesar de ello, esta parte de la partida sigue bloqueada debido a las reticencias de Italia. Una situación que parece no haberse solucionado tras la visita de Merkel a Roma este pasado viernes y en la que Renzi ha aprovechado para pedir un mayor protagonismo de su país en Europa y más humildad al eje franco – alemán.
Un motor Paris – Berlín que, por otra parte, tampoco está consiguiendo grandes logros aunque cuente en algunos puntos clave como la puesta en marcha de una guardia costera europea, con el respaldo decidido de la Comisión Juncker. Nadie parece tener un conejo en la chistera capaz de contentar a todos los socios europeos con especial énfasis en la rebelión de los países el Este capitaneada por Hungría y Polonia. Fruto de esta falta de soluciones es la frialdad con la que han acogido esta semana el ejecutivo comunitario, la propuesta de la presidencia holandesa en la que se plantea la devolución exprés a Turquía de los migrantes que intentan llegar a territorio europeo a través de las islas griegas a cambio de un mecanismo de reasentamiento directo desde los campos de refugiados turcos a territorio europeo de 250.000 demandantes de asilo. Hasta ahora, la CE ha sido incapaz de poner en marcha un sistema de cuotas vinculantes en el reparto de los refugiados llegados a Italia y Grecia y la llegada de refugiados sirios y eritreos no ha llegado todavía ni al 1% acordado.
Bruselas ha vuelto a recordar que no es posible desde el punto de vista legal (Convención de Ginebra) esta especie de retorno rápido a Turquía sin cumplir con la identificación de estas personas y un tratamiento caso por caso de cada situación y en cuanto al proceso de reasentamiento, es ya una vieja propuesta de Alemania que al hablar de un país tercero, debe realizarse de manera voluntaria entre los socios europeos. Una falta de obligatoriedad que volvió a poner de manifiesto una nueva fractura en los Veintiocho en el encuentro celebrado en diciembre en los márgenes del Consejo Europeo del que se descolgaron buena parte de los países europeos, entre ellos España.
Lo único que parece claro es que el espacio sin fronteras Schengen está en peligro. Esta pasada semana, el ejecutivo comunitario aprobó el borrador de un informe en el que se manifiesta la incapacidad de Grecia para gestionar sus fronteras exteriores. Un documento que deja la puerta abierta a que si Atenas no hace nada al respecto y hay una mayoría cualificada entre los Gobiernos Europeos, se puedan prolongar los controles interiores hasta los dos años, en lo que sería una suspensión de facto de este logro europeo. La Comisión Europea, dentro del informe que aún debe ser aprobado formalmente, puede recomendar a Atenas el despliegue de guardias europeos en sus fronteras, aunque todavía no existen los mecanismos necesarios para obligar a un Estado Miembro a aceptar esta presencia sin su consentimiento. La CE, a pesar de sus reticencias iniciales a la hora de abrir el melón sobre Schengen ha cedido ante las presiones de los países europeos en el deseo de que la sola prolongación de los controles consiga cerrar de manera temporal el debate, aunque sea en falso.
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