tilda de “indignante” la actual situación
Una médico navarra en el Egeo
La pamplonesa Isabel Erquiaga vigila las aguas griegas para salvar la vida a los refugiados que embarcan en los botes en busca de un futuro
Diario de Noticias, , 01-02-2016“Estaba cansada de ver esta barbaridad desde el sofá o leerlo cada día en el periódico. Un día decidí echar una mano, ir allí y hacer verdaderamente algo por intentar ayudar”. Son palabras de la pamplonesa Isabel Erquiaga Martínez ante la “indignante” situación, que está viviendo en primera persona como voluntaria: la gran tragedia que azota las costas griegas con la llegada de embarcaciones y la pérdida de cientos de vidas en el mar, que “han dejado sus casas sin querer hacerlo, en busca de una oportunidad”.
Médico del Hospital de San Juan de Dios de Pamplona, Erquiaga, de 34 años de edad, no paró de buscar hasta encontrar una respuesta a su objetivo, “poner un grano de arena en la ayuda” en el “dramático camino que realizan los refugiados por llegar a Europa”. Es en Navidad cuando empezó a escribir a diferentes oenegés hasta que “una persona por el Twitter me habló sobre unos voluntarios del País Vasco, con los que me puse en contacto. Estos aceptaron mi propuesta y me ofrecieron realizar mi labor de médico en una de sus ambulancias”, expresó, algo que aceptó “sin pensarlo”. Así, esta oenegé vasca llamada Salvamento Marítimo Humanitario (SMH), centrada en el rescate acuático y formada por socorristas y patrones, dio la oportunidad a Erquiaga de poner rumbo a Grecia.
Fue el 16 de enero, cuando la médico llegó a la isla de Chios como voluntaria para un mes.“Estamos justo debajo de Lesbos”, lugar al cual llegan la mayoría de refugiados, “pero aquí llega menos gente porque justo la costa turca que tenemos en frente es una especie de Marbella, un lugar muy turístico y vigilado por la policía. Eso hace que las personas afincadas en campos de refugiados en esa parte de Turquía lo tengan más difícil para embarcase en el trayecto”. Sin embargo, “son unas 200 personas las que llegan diariamente y, entre 10 y 20 embarcaciones, dependiendo del temporal y la guardia policial”, asegura Erquiaga. Las primeras impresiones de la médico al llegar a la isla fueron “muy duras”. “Me impactó ver la isla llena de chalecos salvavidas, montañas de ropa, zapatos y mochilas”, detalla.
su labor en la isla Salvamento Marítimo Humanitario es una ONG, “ la única en la isla” que trabaja en el rescate en el mar y en la costa, que es la primera en ofrecer su ayuda a las embarcaciones de los refugiados a su llegada. “En cada turno somos unos 5 o 6 personas”, entre las cuales se encuentran “2 patrones de barco y 2 o 3 socorristas”. “Parte del equipo sale por mar y la otra por tierra. Todos nosotros cada día nos enfrentamos a una nueva aventura, no se puede planificar nada. A las 7.00 horas de la mañana hacemos vigilancia en un punto de la isla que está muy bien ubicada y desde la cual nos permite ver toda la costa griega y hasta observar cuando salen los botes desde Turquía, ya que la isla de Chios se encuentra a 10 km de tierras turcas”. De esta manera, “nosotros podemos dar el aviso a nuestro compañeros, que se encuentran en el agua con una embarcación que tenemos alquilada, para que vayan a socorrerles. Estos no pueden intervenir hasta que el bote esté en aguas griegas, es la policía turca la única que puede actuar en sus tierras”, afirmó Isabel Erquiaga.
“Si las personas que van en el bote caen al agua vamos a por ellos, pero si están todos dentro de la barca, lo cual es lo ideal, lo que hacemos es guiarlos o remolcarlos con nuestra embarcación a las zonas de fácil acceso, que generalmente son playas o puertos, ya que el resto de sitios son rocosos y con acantilados”, tal y como explica la médico. En el caso de que lleguen a estas últimas, el desembarco suele ser “muy traumático”. “Suelen sufrir golpes, caen al agua congelada y además van de noche, sin luz, y tienen que subir a estos lugares con niños, abuelos y todas sus pertenencias consigo”. La ayuda de Erquiaga consiste en ir en ambulancia a la zona de desembarco, atenderlos y trasladarlos al hospital en caso de ser necesario, debido a que muchos llegan “en estado de shock o con graves hipotermias”. Sin embargo, resalta que “muchos de ellos no se quejan”. “Están hechos de otra pasta”, valora la médico.
La labor de la oenegé de la CAV, “es muy dura tanto física como psicológicamente. Las embarcaciones llegan durante la noche. Dedicamos mucho tiempo a la vigilancia del mar y las costas. Durante el día, organizamos y revisamos la ambulancia, y damos cursos de primeros auxilios y socorrismo a los habitantes de la isla porque ellos siempre están ayudando pero no tienen formación”, según expresó Erquiaga. Por otro lado, “colaboramos con la policía griega y la europea, militares y otras oenegés que se dedican a dar ropa o comida y bebida caliente en el momento del rescate”. A pesar de ello, “es muy difícil coordinarnos”, a lo que Erquiaga agrega y denuncia que “los policías normalmente no hacen nada”. “Nos mandan a nosotros, teniendo ellos recursos mucho mejores que los nuestros”.
financiación Isabel Erquiaga cuenta con el apoyo de familiares, amigos y compañeros de trabajo del Hospital San Juan de Dios, quienes “se han movilizado para recaudar dinero”, por lo cual se siente”muy agradecida” pero recalca que “se necesita mucho más”. Según la médico, “nuestros recursos son un poco precarios y estamos hablando de herramientas que son prevención, porque coger a estas personas a tiempo es evitar que la barca vuelque y mueran”. Así, la oenegé Salvamento Marítimo Humanitario (SMH) busca financiación para la compra de una embarcación más potente a la que se pueda acoplar una cámara de visión nocturna, “porque vienen a oscuras y nosotros contamos con prismáticos corrientes, por lo cual muchas veces no los podemos ver”, aclara Isabel Erquiaga. Un gps con radar y una cámara térmica serían otras herramientas que facilitarían la localización de los migrantes .
refugiados El recorrido que realizan los refugiados en los botes de Turquía hasta la isla de Chios es de alrededor de 10 kilómetros, y de entre una hora y media o dos horas de trayecto, generalmente en medio de la oscuridad de la noche. “En cada embarcación caben unas 40 y 60 personas, y muchas de ellas vienen de pie porque no se pueden sentar. Entre ellos se encuentran niños o personas mayores y con todo tipo de oficios, como ingenieros o médicos, hasta aquellos que no tienen nada o que vienen en tacones y con un iphone”, aseguró Erquiaga.
“Muchas veces el bote está dirigido por un miembro de la mafia, que si nos ve a nosotros, los echa al agua o deja a un refugiado guiar la embarcación, lo cual es un peligro. Las embarcaciones van a oscuras y en silencio total, bajo la orden de esta persona pero muchas veces encienden los móviles o alguien grita para que los veamos”, según manifestó la médico, “sino lo hicieran podrían pasar al lado de nuestra embarcación y no los veríamos, a pesar de estar a 200 metros”. A la llegada de los refugiados a la isla griega, la facultativa describe una situación dramática, en la que “estos se encuentran en estado de shock, con mochilas que al estar mojadas y llenas de pertenencias son casi imposibles de coger, y falsos chalecos salvavidas, que en el caso de caer al agua, son estos mismos los que hunden a la persona”.
Un viaje que a los refugiados les cuesta 1.000 euros el trayecto, 100 € el chaleco salvavidas y 3 € el autobús que los recoge a su llegada, para llevarlos al campo de registro donde consiguen los papeles para continuar su viaje, “ya que no quieren quedarse en Grecia”.
No obstante, la isla que acoge a alrededor de 2.000 personas, cuenta con un campo de refugiados para 1.000 personas, otro de desahogo de 500 y el de registro, “que lo suelen habilitar cuando los otros dos están llenos”, donde caben otras 500. “Normalmente se encuentran completos, pero la estancia media de los refugiados es corta”.
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