Los refugiados, un órdago a la Unión Europea
Diario de Noticias, , 31-01-2016La foto de un niño muerto en la playa turca de Bodrum sacudió en septiembre todas las conciencias. Merkel abrió entonces los brazos a los refugiados en un gesto para la historia, pero sin calcular las consecuencias. Con un liderazgo más sólido que nunca, pensó que los alemanes iban a darle un voto de confianza, y que los socios iban a seguirle los pasos sin chistar. Nada de eso ocurrió. La afluencia de refugiados se desbordó y solo Alemania y Suecia, junto con Holanda y un puñado de países, han acogido a un número significativo de asilados. Berlín asiste impotente a los incumplimientos de los pactos en Bruselas: de las 160.000 reubicaciones se han efectuado 300. El alumno aventajado, señor Rajoy, tiene aquí un clamoroso suspenso, acogiendo solamente a 18 de los 9.323 refugiados que se comprometió a acoger. Hungría ha levantado muros, varios países han suspendido Schengen y la tensión ha provocado reacciones exaltadas (en especial en el Este), incluso en Alemania tras los graves sucesos de la pasada Navidad en Colonia.
“El tiempo se está agotando”, dice el influyente ministro de Finanzas alemán señor Wolfgang Schäuble, insistiendo en la necesidad de buscar una solución europea a la crisis de los refugiados antes de que llegue la primavera, y las llegadas de inmigrantes empiecen a ser masivas. Cada vez son más las voces críticas en Alemania con esta política de brazos abiertos de la canciller Angela Merkel. La mandataria alemana ha emplazado a todos ellos a que esperen el fruto de sus conversaciones con Turquía, recordando que este país había recibido a casi 2,5 millones de refugiados sirios y que necesitaba con urgencia la ayuda de la Unión Europea, que prometió 3.000 millones de euros para mejorar las condiciones de vida de los refugiados – y frenar su llegada a Europa – , y también les ha emplazado hasta la próxima cumbre europea extraordinaria de mediados de febrero que abordará una solución definitiva al problema.
La Unión Europea está siendo cuestionada ahora, después de años de crisis y austeridad, por la llegada de los refugiados, pendientes los refrendos de Gran Bretaña y Holanda, cuestionada por las continuas políticas de austeridad impuestas a los gobiernos del sur de Europa y por las resistencias anti inmigratorias de los gobiernos de la Europa Central (Hungría y Polonia, sobre todo). Europa está en un punto complicado: en un punto de potencial ruptura. “En 2015 pensábamos que Europa podía descarrilar por el euro; ahora, por las fronteras”, apuntan fuentes comunitarias. El problema de los refugiados tiene una magnitud desconocida hasta ahora en Europa, salvo al final de la Segunda Guerra Mundial. Su dimensión es casi inmanejable. Piensen los antieuropeos qué le ocurriría a Estados Unidos si Siria estuviese donde México y Libia donde Canadá. El problema es la perspectiva de continuidad de los flujos, no paran de llegar ni en invierno. Si la distribución del millón y medio que llegó en 2015 resulta imposible, la perspectiva de tener que ubicar a otros tantos en 2016 desestabiliza por completo la política europea.
¿Qué hacer? Intervenir sobre las causas llevará un tiempo que puede no ser corto, y mientras será difícil contener a los millones de desplazados que ya se encuentran en Turquía o Líbano. La única salida es la contraria de la que la inercia apunta: no menos, sino más Europa. Si algo se ha visto en esta crisis es que la debilidad de Schengen no radica en que haya suprimido las fronteras interiores y eso se convierta en un problema, sino que esa medida no se ha completado con un sistema comunitario de control de las fronteras exteriores. Ahora es urgente. No para sellar cualquier acceso de refugiados, sino para ordenar y encauzar los flujos.
Este fenómeno inmigratorio pueden ser un motivo para aplicar políticas económicas más expansivas, (Alemania ha presupuestado más de 17.000 millones de euros para la integración y asistencia de los refugiados), impulsando el crecimiento económico a mayor ritmo, como muy bien dijo la directora del FMI, señora Legarde, en el foro económico de Davos. Así, recordaba que los análisis realizados por la entidad que preside indican que si los países pusiesen en marcha sistemas de integración apropiados, este fenómeno migratorio y de refugiados generaría en el corto y mediano plazo un crecimiento adicional de 1,2 puntos porcentuales para la Eurozona.
Lo lamentable es que la señora Merkel está siendo cuestionada no porque su propuesta de gestión comunitaria de la crisis sea desacertada, sino precisamente porque no ha encontrado el apoyo necesario para aplicarla. Y quienes más la culpan son quienes menos dispuestos se muestran a contribuir a la solución. Veremos qué pasa en la reunión del Consejo Europeo del próximo 18 de febrero de 2016.
El autor es delegado de CCOO
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