Grecia, contra las cuerdas

Se arriesga a quedar fuera de Schengen al «descuidar gravemente» su obligación de controlar las fronteras de la UE La Comisión le da tres meses para registrar correctamente a los refugiados

El Mundo, PABLO R. SUANZES BRUSELAS CORRESPONSAL, 28-01-2016

El lunes, en Ámsterdam los ministros de Interior aseguraron que nadie estaba hablando en la UE de dejar a Grecia fuera del espacio europeo de libre circulación. El martes, la Comisión lo reiteró. Ayer, 24 horas después, esa misma Comisión presentó un esperado y polémico Informe de evaluación de Schengen sobre Grecia, que en la práctica pone al país al borde de esa situación.

«Grecia está descuidando gravemente sus obligaciones y existen serias deficiencias en la realización de los controles en las fronteras exteriores que deben ser subsanadas». La evaluación de la Comisión es demoledora. Entre el 10 y el 13 de noviembre, los técnicos comunitarios realizaron inspecciones sin previo aviso en «la frontera terrestre entre Grecia y Turquía y en las islas Chios y Samos», y constataron oficialmente lo que todo el mundo sabe, las ONG llevan denunciando meses y nadie ha logrado frenar: el caos es absoluto. Pese a comprender que Grecia está sometida «a una enorme presión» y afirmar el vicepresidente Domvroskis que hay claros síntomas de progreso, el documento, que analiza entre otras cosas «la presencia de la policía y el personal de la guardia costera, la eficiencia en el proceso de identificación y de registro, la vigilancia de las fronteras marítimas y la cooperación con los países vecinos», es extremadamente crítico.

Denuncia que en Grecia «no se produce una identificación y registro eficaz de los migrantes irregulares, que las huellas digitales no se están introduciendo sistemáticamente en el sistema y que los documentos de viaje no están siendo revisados sistemáticamente ni se comprueba su autenticidad». Igualmente, los técnicos constataron que «no se cruzan los datos contra las principales bases de datos de seguridad, como SIS, Interpol y las bases de datos nacionales».

Un agujero total que ningún país está dispuesto a tolerar por más tiempo, y menos con la posibilidad ahora más clara que nunca de que terroristas usen esos puntos ciegos para entrar en la UE. Por eso, «sobre esta base, el informe llega a la conclusión de que Grecia está descuidando gravemente sus obligaciones y que existen serias deficiencias en la realización de los controles en las fronteras exteriores que se deben subsanadas por las autoridades», concluye la evaluación.

¿Qué sucede a partir de ahora? Las consecuencias son graves, pero también imprevisibles. El lunes, el Consejo de los ministros de Interior de la Unión Europea pidió expresamente a la Comisión que diera los pasos necesarios para la aplicación del artículo 26 del Código Schengen. Ahora mismo, hasta seis países han introducido controles de fronteras (Alemania, Austria, Francia, Suecia, Noruega, Dinamarca), y los ministros creen necesario prolongar este periodo hasta un máximo de dos años. Y para eso es necesario invocar el artículo 26, algo que nunca ha ocurrido.

Grecia no es capaz de hacerse cargo de la situación. Ya hay funcionarios de Frontex trabajando en la frontera con Macedonia y los llamados Rabbit, equipos de asistencia europeos se desplegaron en las islas. Pero no es suficiente y Atenas no está haciendo ni lo que debe ni lo suficiente para remediarlo. Por lo que se han redoblado las presiones.

Alemania habla de «forzar a hacer los deberes». La ministra austriaca amenazó en público con «llevar las fronteras de Schengen desde Grecia hacia Europa central», es decir echando de facto al país del área de libre circulación. Según ha denunciado el propio ministro griego, el lunes su colega belga le dijo que «le daba igual» si los refugiados se ahogaban, pero que no les dejaran pasar.

Y hay varios países, con Eslovenia y Hungría a la cabeza, abogando por ayudar a Macedonia, país que no es de la UE, a sellar su frontera con Grecia para evitar el flujo de refugiados. Al igual que pasó hace medio año en la crisis por el tercer rescate heleno, el último amigo que tenía Atenas, la Comisión, está también doblando su brazo.

Los siguientes pasos son claros. Primero, un Comité coordinado por la Comisión y en el que un representante de cada país discutirá (esta semana) la situación. Luego la Comisión aprueba las recomendaciones y se lo envía al Consejo (a los ministros de Interior), que debe dar el visto bueno por mayoría cualificada.

Entonces, la Comisión enviará a Atenas unas directrices por escrito sobre qué deficiencias atajar, y el Gobierno de Tsipras estará obligado a su vez a remitir de forma inmediata un Plan de Acción, en el que explique cómo va a subsanar las deficiencias registradas. Y puede pedir la asistencia técnica de los expertos comunitarios para ello. Las peticiones de la Comisión pueden ser, con la ley en la mano, muy exigentes. Por ejemplo, «pueden incluir el despliegue de equipos de guardacostas europeos o el remitir un plan estratégico explicando cómo el Estado miembro desplegará su propio personal para afrontar las deficiencias».

Grecia dispondrá de tres meses para ello. Si trascurrido el plazo el problema persiste –y en este caso es prácticamente imposible que Atenas pueda corregir nada– la Comisión puede aplicar los procedimientos recogidos en el artículo 26 del Código Schengen (porque ahora mismo está en el paso previo, utilizando los instrumentos del 19a) Que es la reintroducción por parte de uno o más países de controles de fronteras, algo que necesitaría mayoría cualificada en el seno del Consejo, pero que no sería problema porque ahora mismo los partidarios son casi todos.

Con este mecanismo Grecia no queda fuera de Schengen. Ni se imponen ni pueden imponer controles forzosos en terceros países. Ni quiere decir que vayan a cerrarse todas las fronteras de Europa. Pero la amenaza es concreta. Los Tratados no recogen la posibilidad de que un país salga del euro, lo repitieron hasta la saciedad, y en julio Grecia estuvo a un paso. Ahora pasa lo mismo.

No puede controlar el flujo, Turquía no ayuda. No hay medios para registrar (porque los países no han aportado lo que prometieron) a los que llegan y apenas 400 demandantes de asilo han sido reubicados de los 160.000 prometidos. No tiene dinero. Y en tres meses nada va a cambiar. Grecia no está fuera de Schengen, pero sólo por ahora.

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