UN DESIERTO VOCACIONAL

El Mundo, JOSÉ MANUEL VIDAL MADRID, 27-01-2016

La Iglesia católica no dispone de estadísticas actualizadas sobre el número de monjas de clausura que hay en España. Muchos obispos, el día Pro orantibus (la Jornada dedicada a las contemplativas), continúan presumiendo de que «España sigue siendo la primera potencia mundial de monjas de clausura». De los casi 3.600 monasterios femeninos del mundo, 907 se encuentran aquí. Pero desde 2003, el último año con números oficiales de la Conferencia episcopal, los conventos y monasterios españoles de clausura languidecen. Tanto que, para sobrevivir, desde finales de los 80, han tenido que dedicarse a importar novicias de la India o de Latinoamérica. Tanto es así que ya el entonces Nuncio del Papa en España, Mario Tagliaferri, publicó un documento prohibiendo esos métodos de captación de vocaciones. En 2003, había en España, según las estadísticas del episcopado, 13.000 monjas de clausura, que pertenecían a 44 órdenes monásticas y vivían en los 907 monasterios mencionados. Pero ya entonces la edad media rondaba los 70 años. Hoy, esa edad media se sitúa por encima de los 75, y con escaso relevo. En 2003, había en todos los conventos de contemplativas de España unas 100 postulantes y 200 novicias. Pero la amplísima mayoría extranjeras. Postulantes y novicias españolas no llegaban a 50. Hoy, las novicias no llegan a la veintena y la mayoría son extranjeras. Con casos excepcionales, como el convento de las clarisas de Lerma, que cuenta con más de 200 monjas, cuya edad media no supera los 30 años. Allí se concentra el 10% de las novicias de toda España. En menor escala, también florecen de vocaciones los monasterios de las clarisas de Belorado y Soria o el de las benedictinas de Montserrat. Cuatro oasis en medio del desierto vocacional.

Dentro de las órdenes religiosas contemplativas, hay dos tipos de clausura, la papal y la constitucional. Las monjas de clausura papal, que dependen directamente del Vaticano, suelen tener condiciones de vida más duras. Es el caso de las carmelitas, las clarisas y las mínimas. Las clarisas, en concreto, siguen observando una clausura rígida, con rejas, torno y sin apenas salidas a la calle. Sólo pueden cruzar el umbral del convento para votar e ir al médico. Las monjas de clausura constitucional, sin embargo, dependen más de las decisiones de la madre abadesa.

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