Tres magníficas paellas y una tarde de música, actuaciones y baile rubricaron el Día del Migrante y del Refugiado que se celebró el domingo en el antiguo colegio de La Merced. Su espacioso porche cubierto, huérfano de alumnos desde hace 7 años, acogió una concurrida fiesta multicultural que congregó a 325 migrantes latinoamericanos, africanos y asiáticos afincados en Gipuzkoa. El encuentro, organizado por la Diócesis de Gipuzkoa en colaboración con la pastoral de emigrantes de Arrasate, tuvo por anfitrión a la villa cerrajera después de varios años celebrándose en el colegio San Ignacio de Donostia. Pero las incomodidades y el frío que atenazaban a aquel edificio se han enmendado con el traslado al colegio de las mercedarias de Arrasate. Un alojamiento de lujo para los 325 comensales que este año degustaron las paellas elaboradas in situ por maestros paelleros desplazados desde Donostia, de donde vinieron 4 autobuses a la fiesta. El resto eran inmigrantes avecinados en Debagoiena.

La pastoral que dirige la mercedaria María Luisa Maquinay organizó una jornada festiva que arrancaba con la asistencia a misa en el Santuario de Arantzazu. A su regreso a Mondragón, los asistentes tuvieron ocasión de degustar «dos paellas grandes y otra más pequeña, sin cerdo, apta para los musulmanes». Porque no todos los migrantes reunidos el domingo en La Merced eran de confesión católica. Entre ellos también había una decena de personas de fe musulmana y hasta alguna nepalí hindú. Tras los postres, la fiesta prosiguió con ritmos latinoamericanos y africanos. Salsa, merengue, bachata… y otros bailes contribuyeron a caldear la gélida temperatura reinante el domingo. Recitales de poesía y las actuaciones infantiles redondearon la jornada festiva que concluyó hacia las 19.30 horas. Este encuentro, pese a nacer con carácter itinerante, ha encontrado un acomodo inmejorable en el colegio de La Merced.