FALLA LA ATENCIÓN AL REFUGIADO

Las ONG jesuitas que atienden a los demandantes de asilo denuncian que España no está preparada para acogerlos

El Mundo, NATALIA JIMÉNEZ MADRID, 15-01-2016

Las organizaciones sociales de los jesuitas en España tiraron de las orejas ayer al Gobierno por su gestión de la llegada de los refugiados. Durante la presentación de la campaña Hospitalidad–que llama a la solidaridad con las personas que huyen del conflicto y de la guerra–, dijeron que el sistema español de acogida «es más débil cuanto más se necesita».

«El sistema no está preparado, ya no sólo en cuanto a cantidad de plazas, sino en cuanto a calidad. No sólo requiere manos, sino también capacidad intelectual para repensar bien todo el sistema», expresó Cristina Manzanedo, responsable de Incidencia del Servicio Jesuita a Migrantes en España. Sus palabras las suscriben también la ONG educativa Entreculturas, la Fundación Hogar de San José, Alboan y Jesuitas Social.

Los jesuitas denunciaron que, en un momento en el que se está produciendo la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial, «España se ha comprometido a acoger a 19.000 personas llegadas a las costas de Grecia e Italia, pero por ahora sólo han venido 18», como relató EL MUNDO el pasado miércoles.

Manzanedo explicó que España se ha convertido en un país de refugio. El año 2015 se cerró con 12.500 solicitudes de asilo. A pesar de que esta situación «se veía venir», en los últimos años no se han adecuado los recursos humanos y económicos a esta realidad.

Se da la circunstancia de que muchos de los refugiados que llegan a nuestro país sólo lo hacen como lugar de paso. «Nos causó el mayor bochorno, rubor y vergüenza que nos dijeran que su imaginario es salir fuera», explicó Cristina Manzanedo, cuando hizo alusión a conversaciones que han mantenido con varios refugiados.

Puso como ejemplo que, de los 900 sirios que están en el Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (Ceti) de Melilla, 150 de ellos no han querido pedir asilo en nuestro país. Manzanedo explicó que ellos tienen la idea de que España se resiste a ofrecerles protección, de que «España realmente no quiere refugiados».

«Nuestro Gobierno sabe esto y no está haciendo nada para cambiarlo, para convencer y explicar bien a la gente cuál es el sistema de acogida en España», indicó Manzanedo. Y aprovechó también para criticar las condiciones de hacinamiento en las que se encuentran los Cetis –donde han llegado a convivir 900 personas en un espacio preparado para 450–, que «distan mucho de cumplir la normativa internacional de atención a refugiados».

La campaña Hospitalidad se basa en cuatro ámbitos de intervención: acogida y mantenimiento, cooperación internacional, sensibilización y educación en valores e incidencia pública. «Nosotros queremos llegar donde no llega el sistema oficial. De ninguna manera queremos sustituirlo, sino servir de complemento», anunció Alberto Ares, delegado del Sector Social de los jesuitas en España.

«Hospitalidad habla de miedo, pero también de sueños. Habla de sonrisas, de llantos, de generosidad, de esperanza, de ilusión, de política de integración, de cooperación, pero, sobre todo, habla de seres humanos», concluyó.

También quieren derribar los falsos mitos relacionados con la xenofobia que se están levantando en Europa contra estas personas que buscan asilo. «Queremos ser honestos y realistas con las situación en la que la mayor parte de los desplazados están en los países circundantes al origen de estas crisis», explicó Dani Villanueva, coordinador del Área de Cooperación de los jesuitas en España.

Issam Ouzifi, de nacionalidad marroquí, contó su experiencia como traductor de personas refugiadas en Madrid. «Cada día te involucras más y más, escuchas sus historias y ves mucho sufrimiento», explicaba. «Todas las familias tenían cosas que enseñar. La más importante era la ilusión que veía en sus ojos, la esperanza, la paz y mucha felicidad por llegar a Europa vivos».

Relató el caso de una familia siria que estuvo dos meses separada de su hija pequeña, de siete años, y que finalmente consiguieron reagrupar. La niña estuvo en un centro de menores mientras esperaban a que la Administración española confirmara, gracias a unas pruebas de ADN, que realmente era hija de esta familia.

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