Según el diccionario de la Real Academia Española, el término “biempensante” designa al que piensa de acuerdo con ideas tradicionales y conservadoras. En Alemania, en cambio, la expresión “gutmensch” se ha convertido en un término peyorativo utilizado por medios de extrema derecha y un sector de la prensa para descalificar a quienes solo ven beneficios en la acogida a los emigrantes. El modelo de biempensante sería pues la canciller Angela Merkel.

Un jurado alemán compuesto por cuatro lingüistas y otras dos personalidades ha designado la palabra “gutmensch” como “la peor expresión de 2015” porque – en su opinión – representa "una injuria hacia quienes se comprometen de modo desinteresado por los refugiados”. Según el jurado, quienes hacen un uso indiscriminado del término biempensante para referirse a la asistencia a los inmigrantes “consideran globalmente la tolerancia y la ayuda como ingenuas, tontas y anacrónicas, algo así como un imperialismo moral”. Calificar de biempensante al alemán que, hace meses, recibía con flores a las primeras oleadas de refugiados llegados a las estaciones del país sería – para el jurado – una suerte de justificación lingüística y moral de los grupos de radicales que recientemente han protagonizado ataques a centros de acogida.

Alemania recibió el año pasado una cifra récord de 1,1 millones de refugiados. La avalancha – que ha tenido como detonante la guerra civil de Siria, a la que se han sumado otros conflictos armados y la tradicional emergencia económica – está sacudiendo los cimientos políticos y sociales de Alemania, y trata de agrietar también los del idioma según denuncian los expertos. El “biempensante” no es en cualquier caso – ni en su sentido literal ni en el peyorativo – , equiparable al seguidor del “buenismo”, doctrina predicada en su día por Rodríguez Zapatero que considera que todas las culturas y religiones son iguales (o igualmente irrelevantes).