La crisis de los refugiados se disparó con las fotografías de un niño muerto llamado Aylan sobre las costas de Turquía el 2 de septiembre de 2015. A la gente le impacto, y desde la UE y sobre todo Alemania se tomaron medidas para ayudar a los refugiados. En 2013, mucho antes de todo esto, ya habían muerto 11.000 niños en Siria, ¿a quién le importó? Stalin decía: una muerte es una tragedia, un millón una estadística, y parece que nuestras sociedades lo corroboran, por duro que suene.

Somos hipócritas, ayudamos a los refugiados pero no movemos un dedo por ayudar a la gente que se encuentra en verdadero peligro, la población de Siria que no ha huido, y que ha permanecido firme, ellos necesitan nuestra ayuda mucho más que los refugiados, pero ¿a quién le importa? Nadie hace fotos de un quieto cuerpo infantil. Esto nos debería hacer reflexionar y a partir de ahora no actuar en base a fotos que son duras y que provocan sentimientos impulsivos que podrían llevar a tomar decisiones erróneas.