ESPAÑOL PALABRAS

2015, EL AÑO DEL REFUGIADO

La Fundación del Español Urgente elige entre 12 finalistas el vocablo que ha marcado el devenir del año que termina

El Mundo, ESTHER ALVARADO MADRID, 31-12-2015

No es nueva. Ni es la más cool, ni la más graciosa y puede que no sea la que más usamos, pero tiene cara y ojos y nos mira por millares suplicando compasión, acogida y oportunidades. La Fundación del Español Urgente ha elegido «refugiado» como palabra del año 2015, coincidiendo con EL MUNDO, que el pasado 28 de diciembre eligió al refugiado como Personaje del Año.

«El concepto que define la palabra refugiado ha generado muchísimas dudas y debates entre los profesionales del periodismo, pues estos han sido muy conscientes de la importancia de ser extremadamente rigurosos a la hora de denominar a las miles de personas que huyen de un conflicto bélico frente a aquellas otras que buscan en otro país las posibilidades de vida que en el suyo no encuentran», explica el director general de Fundéu BBVA, Joaquín Muller, a Efe.

Y añade: «En la fundación creemos, por tanto, que ‘refugiado’ cumple las condiciones que le pedimos a la palabra del año: que haya estado en las noticias y en las conversaciones en el 2015, que tenga además un cierto interés desde el punto de vista lingüístico y que sea un término común a todo el ámbito hispanohablante, no propio sólo de un país o región. Que sea un término nuevo o no, no resulta relevante para nuestra decisión».

¿Existe debate lingüístico sobre «refugiado»? Al parecer, continuas consultas de periodistas a la Fundéu hacen pensar que sí. En este sentido, la Fundación creyó la necesidad de aclarar la diferencia de significado entre «refugiado» e «inmigrante». Como criterio general y según las definiciones del Diccionario de la Real Academia, inmigrante es todo aquel que llega a un país para establecerse en él. Pero «refugiado» conlleva otras connotaciones: es aquel que «se ve obligado a buscar refugio fuera de su país a consecuencia de guerra, revoluciones o persecuciones políticas».

Refugiados ha habido siempre pero es ahora, cuando un millón de personas han saltado las vallas de nuestra sofisticada Europa, cuando nos ha llamado la atención la singularidad del fenómeno y, por qué no reconocerlo, cómo va a afectar a nuestras cómodas vidas.

Según publicó este periódico el pasado lunes, en el mundo hay ya 60 millones de personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares. La mayoría de ellos no aparecen como refugiados en las estadísticas, puesto que se trata de desplazados dentro de las fronteras de sus propios países. De ellos, más de 6,5 millones son sirios que deambulan por su territorio nacional sin querer o sin poder convertirse en refugiados internacionales.

«Refugiado» ha tenido que disputarle el puesto de palabra del año a otras 11 finalistas procedentes de diversos campos: «chikunguña», «sextuplete», «inequidad», «poliamor», «disruptivo», el «me gusta» de Facebook, «trolear», «zasca», «clictivismo», «gastroneta» y «despatarre».

Lejos de las modas, las muletillas y el desparpajo de las redes sociales (las palabras elegidas los dos años anteriores fueron «escrache» y «selfi»), «refugiado» se ha impuesto porque el peso de lo que define nos afecta a todos muy seriamente.

el exilio forzoso de siria
Cifras. Tras cinco años de guerra civil en Siria, hay casi siete millones de desplazados dentro del propio país. 4,4 millones de personas ya han salido de las fronteras con destino, principalmente, a Turquía, Líbano y Jordania. En estos dos países, 9 de cada 10 refugiados malviven por debajo del umbral de la pobreza. Europa ha recibido en 2015 cerca de un millón de refugiados sirios, siendo Alemania, Francia y España los países que mayor cuota de refugiados debe acoger.

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