Invisibles

Diario de Noticias, Por Ignacio Pérez Ciordia, 30-12-2015

Yen el principio fue la luz cosificada en nuestra sociedad en formato televisión; si la imagen no se transmite, la noticia no existe. Esta constante, que pervive en el tiempo, mediatiza nuestro pensamiento y nos motiva a actuar, o no, ante cualquier información donde los sentimientos que provoca pueden ser más instintivos que racionales. Muchas veces ello es digno de encomio y desencadenante de movimientos populares capaces de iniciar y encauzar cambios sociales. Otras tantas veces, el exceso se asimila a silencio informativo en sus resultados; es el preámbulo de silencio moral y conciencia adormilada.

Las imágenes de los refugiados fueron titulares de portada, desencadenando un movimiento de solidaridad donde el dolor de los refugiados servía de empatizador. Abarcó todas las clases sociales, todas las instituciones, todos los partidos políticos; y era difícil en los debates televisivos encontrar algún tertuliano que se encomendara con el diablo y fuera crítico, incluso moderadamente crítico, con el contexto social. Se crearon las condiciones (imágenes) que aunaron voluntades pro ayuda a los refugiados. Transcurrieron los días y las imágenes abandonaron la titularidad de los medios, pasando a páginas interiores, con menor intensidad y siempre subsidiaria, secundinas de otras informaciones. Nuevos acontecimientos ocupan su prime time: atentados de París, elecciones, negociaciones en Cataluña, preocupación por la contaminación atmosférica y otros. Pero en este tiempo han ocurrido acontecimientos:

Primero. Tras 3 meses del inicio mediático (quién sabe desde cuando en la realidad invisible) de la denominada crisis de los refugiados se ha logrado reubicar a unos pocas decenas; de ellas, una docena en España. Lo previsto eran miles, decenas y decenas de miles; flaco resultado para tan magro esfuerzo. Supone un despropósito y un ridículo vergonzoso tanto el número de acogidos como la forma en que se ha realizado, con trompetas – autoridades y timbales – informativos. Impresiona de una mano negra capaz de predisponer y posicionar a la sociedad en contra de abusos hirientes, con el consiguiente descrédito de todos los interesados; denota poca seriedad. La información es necesaria, pero su ridiculez debería estar reservada para el mundo futbolístico

Segundo. La clase política ha recobrado el control sobre los migrantes y han incapacitado a la sociedad civil. Ya no se habla de ciudades refugio, ni de respeto y cumplimiento de la legalidad internacional, ni tampoco de manifestaciones de apoyo. Y los intelectuales tienen mejores preocupaciones para posicionarse. Las declaraciones pomposas, muchas veces con buenas intenciones, se han desinflado; la tormenta predecía agua, pero ha pasado de largo. Y difícilmente volverá, ya que la vida sigue; el pensamiento se hace silencio.

Sin solución de continuidad, se ha pasado de informar de los refugiados a informar de la Yihad, de la empatía al miedo. La población se siente desbordada, presa de un trastorno bipolar contradictorio entre la solidaridad y el temor al número elevado de inmigrantes; entre la realidad y las previsiones de que el problema esta en sus inicios.

Tercero. La magia ha vuelto invisibles a los miles de refugiados, con sus necesidades e ilusiones. No sabemos ubicarlos, ni los caminos que siguen en sus desplazamientos buscando un país de llegada; pero sí vemos fronteras cerradas y vallas levantadas. Sobre todo vallas mentales, que crecen cada día que pasa, con prejuicios exacerbados por periodistas y políticos irresponsables y demagogos.

Las primeras oleadas de solidaridad se han reconvertido socialmente en pasividad y políticamente en nacionalismo. Así, la canciller alemana que se ha convertido, sabe Dios el porqué, en adalid de los refugiados, empieza a ser presionada incluso por sus propios compañeros de coalición; se le pide contención en el manejo de la política de asilo. Y el resultado parece haber tenido cierto éxito.

La conjunción de nacionalismo, miedo y populismo han conseguido resquebrajar el derecho internacional que asiste a los refugiados y han minado el tratado Schengen de libre circulación de personas; han reaparecido los y tú mas entre países y entre gobiernos y los refugiados se han convertido en gasolina para los movimientos de extrema derecha.

Conjuntamente, se regalan cientos de millones a diversos paises africanos (además de Turquía) para que sirvan de muro de contención. Este dinero está condenado a recaer en manos avaras y de puño cerrado.

Cuarto. Los propios refugiados que aceptan unos pocos destinos de llegada como Alemania y países nórdicos. Las cuotas acordadas entre los países europeos para reubicarles no les ofrecen garantía, no es de su agrado.Los refugiados tienen derechos y deberes; la solidaridad debe ir acompañada de responsabilidad.

Quinto. Deberíamos ser capaces de evitar y prevenir aquellas condiciones que conllevan que millones de personas abandonen sus países como son la guerra, desigualdad, pobreza extrema y corrupción, aspectos inherentes a la ausencia de espíritu democrático. A ello hay que sumar la amenaza del Estado Islámico con toda su crueldad y cultura de la muerte.

Surgirán nuevos problemas que nos justifiquen la falta de reacción, social y política; surgirán nuevas amenazas que nos convertirán en mas ansiogénicos, surgirán nuevas ideas procedentes del corazón y menos de la cabeza. No hay fórmulas milagrosas para una paz duradera sin eliminar las causas, pero actuar en el origen con coraje y determinación económica parece la opción mas plausible, consiguiendo que todos se sientan ciudadanos.

El autor es profesor asociado de la UPNA

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)