El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur) y la Organización internacional para las Migraciones (OIM) pusieron ayer cifras al mayor flujo migratorio que ha recibido Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Supera ya el millón, todo un récord, el número de personas que llegaron desde el pasado enero procedentes de zonas de conflicto como Siria, Irak, Afganistán o Eritrea. En su mayor parte lo hicieron tras una travesía del Mediterráneo, a merced de mafias de traficantes y en penosas condiciones de seguridad que se han cobrado la vida de al menos 3.692 migrantes.

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Es una situación sin precedentes. La cifra de llegadas cuadruplica el número de las que se produjeron el año pasado y que, comparativamente, parecen una insignificancia ya que ascendieron a 219.000. El factor que explica la diferencia es el agravamiento de la guerra en Siria. Entre los que atravesaron el mar, una de cada dos personas, o lo que es lo mismo medio millón de hombres, mujeres y niños, procedían de este país atormentado por una contienda sin visos de solución. Los afganos representaron el 20 % de las llegadas y los iraquíes, el 7 %.

La mayoría de los refugiados y migrantes pasaron por Grecia, a cuyas islas y costas llegaron por mar 810.000 personas. Se debe a la cercanía con Turquía, la porosidad de las fronteras exteriores y a que está al inicio de una ruta hasta el centro de Europa, a través de los Balcanes, mucho más transitable que la que presentan los Alpes, en la frontera entre Francia e Italia. Esto último ha hecho decrecer la importancia de este último país como lugar de entrada pesar de que recibió a unos 150.000 migrantes desde enero. Cerca de 30.000 pasaron por Bulgaria, más de 3.800 por España, 269 por Chipre y 106 por Malta.

Una característica del flujo migratorio de este año, según Acnur y la OIM, es que «el número de personas que atravesaron el Mediterráneo aumentó regularmente, desde unos 5.000 en enero para llegar a una máximo mensual de más de 221.000 en octubre». Otro rasgo es que, con el paso de los meses ha aumentado el número de niños entre las víctimas, un reflejo de que cada vez hay más menores, así como mujeres, dentro de la avalancha migratoria. El invierno y las condiciones más peligrosas en el mar no han reducido de manera significativa las llegadas, como se esperaba inicialmente. Únicamente este mes cerca de 68.000 refugiados e inmigrantes han cruzado a Grecia.

Los máximos dirigentes de Acnur y de OIM deploraron la construcción de barreras en las fronteras de algunos países para impedir la entrada de migrantes, como es el caso en Hungría. Ambas organizaciones han reconocido, sin embargo, que después de una reacción inicial caótica, empieza a cobrar forma una respuesta europea más coordinada.

No hay tregua navideña en el mar
Otros once muertos al naufragar una barca entre Turquía y la isla de Samos

Las fechas navideñas no dan tregua a las estadísticas luctuosas en el Egeo. Al menos once personas murieron ayer en el naufragio de una barca en la que una veintena de refugiados intentaba viajar de las costas turcas a la isla griega de Samos. La embarcación fue descubierta cuando se hundía por una patrulla de la guarda costera turca que consiguió rescatar a siete supervivientes, además de recuperar once cadáveres, entre ellos tres niños. El naufragio tuvo lugar a una decena de kilómetros al norte de Kusadasi, un famoso puerto de yates turco en la provincia de Aydin. Desde las playas de la que partió la barca, la isla de Samos está a una distancia de unos 20 kilómetros. No se aclaró la nacionalidad de los refugiados, aunque la mayoría de quienes viajan son sirios.

«Muchos niños cuentan que son encerrados en prisiones»
De acuerdo con los registros de que dispone la OIM, 45 de cada cien personas que consiguieron cruzar de Grecia a Macedonia entre los pasados días 9 y 20 eran hombres adultos, 22 mujeres, 35 niños que se encontraban acompañados de alguna persona mayor, mientras que el 1,5 por ciento restante eran menores sin compañía. Este último dato remite a un aspecto especialmente lacerante del problema. Según la oenegé Save the Children, los niños refugiados son en la actualidad algo más de 250.000. Si los problemas a los que se enfrentan los refugiados como colectivo resultan en general dramáticos, los que padecen los más pequeños estremecen.

«Muchos niños nos cuentan que han sido encerrados en prisiones a lo largo del viaje que han emprendido para pedir asilo y que también es uno de sus derechos», advirtió el director general de la oenegé, Andrés Conde. Atenderlos se ha convertido para su organización en una prioridad. «Lo que más desean estos niños es ir a casa. Hasta que eso sea seguro, debemos ofrecerles una cálida bienvenida», declaró.

A su juicio, sin embargo, Europa está haciendo «muy poco» para protegerlos. Algunos centros de recepción, especialmente los fronterizos, no están cubriendo todas sus necesidades básicas, como comida, agua o atención sanitaria. «Se espera que la situación empeore con la llegada del invierno, especialmente para los niños, que además son vulnerables al abuso, la explotación, la violencia o la trata», denunció Conde.