Cameron se planta por la política de inmigración de la UE
Advierte de que apoyará la salida del Reino Unido si sus socios no recortan el acceso a las prestaciones
El Mundo, , 18-12-2015El primer asalto de la lucha por la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea se disputó anoche en Bruselas. En un rincón, David Cameron, conservador, 64 millones de habitantes y con la libra de estandarte. Del otro, 27 socios, la Comisión y el Consejo Europeo, con 443 millones de habitantes y el euro por bandera.
El primer ministro británico llegó a la capital comunitaria fresco, preparado y dispuesto a «batallar duro por Reino Unido durante la noche». El líder tory se mostraba confiado y optimista, pronosticando que Londres «conseguirá un buen acuerdo» sobre las cuestiones claves que él asegura necesitar para poder hacer campaña activa a favor de la permanencia en el futuro referéndum sobre la salida del país de la UE. «Queremos escucharle, que especifique sus propuestas. Es legítimo escuchar, pero no es aceptable reexaminar las bases de los compromisos europeos», aseguró el francés. «Queremos mantener a Reino Unido pero al mismo tiempo no podemos restringir los principios básicos de no discriminación y libertad de movimiento», zanjó la canciller.
Anoche no hubo acuerdo ni se esperaba. Las negociaciones no están ni mucho menos en ese punto todavía. El Consejo Europeo importante, el que será clave, es el del próximo mes de febrero. Las dos partes están de acuerdo en ello y en los pasos a seguir. No hay decepciones ni malentendidos. El de anoche fue el primer ejercicio de calentamiento, la ceremonia en la que Cameron trató de presionar, convencer, emocionar y captar a sus socios. Jugando al poli bueno y al poli malo al mismo tiempo. Insistiendo en que quiere quedarse, pero no a cualquier precio. Avisando de que por su derecha vienen los escépticos de verdad, y que necesita algo, un nuevo marco, para poder convencer a sus británicos de que merece la pena seguir en la Unión.
«El asunto del Reino Unido es crucial. Las consultas que he mantenido con todos los Estados miembros muestran la buena voluntad de todas las partes implicadas, pero no cambia el hecho de que algunas partes de la propuesta británica parecen inaceptables. Sin embargo, si el primer ministro Cameron persuade a los líderes de que podemos trabajar juntos para encontrar soluciones tendremos opciones reales de lograr un acuerdo en febrero», explicó el presidente del Consejo, Donald Tusk, a la llegada a la reunión.
Por su parte, el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, pidió a Londres que sea más flexible, «busque otras opciones» y haga otras propuestas. «La Comisión está dispuesta a buscar opciones alternativas a las expuestas por el primer ministro británico y estoy convencido de que encontraremos una respuesta a esta cuestión tan complicada», aseguró. «No quiero que se vayan ni quiero culpar a los británicos. Tienen sus puntos de vista y nosotros los nuestros, pero como personas razonables que somos encontraremos una salida», prometió.
«Quiero ver progresos reales en las cuatro áreas que siempre he mencionado. No vamos a presionar para lograr una cuerdo esta noche pero sí vamos a empujar para lograr un impulso que permita que ese acuerdo se acabe materializando», insistió Cameron. Pero, ¿cuáles son?
Soberanía, gobernanza económica, competitividad de la UE y emigración y Estado de bienestar. Las tres primeras son relativamente sencillas, ideas sobre las que todo el mundo está de acuerdo sobre el papel. La última, ahora mismo, imposible. Reino Unido quiere, entre otras cosas, que el acceso a prestaciones de los inmigrantes se pare durante los cuatro primeros años. Quiere seguir fuera de muchos de los acuerdos básicos de interior y asilo. Y cambios en la libre circulación, algo del todo inaceptable para la UE y la mayoría de las capitales. Los presidentes del llamado Grupo de Visegrado –Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia– se conjuraron ayer para no ceder nunca en la libertad de movimientos que afecta a decenas de miles de sus ciudadanos en Reino Unido.
Cameron tiene un problema: se ha fijado él mismo las líneas rojas y ha convertido los cuatro años sin prestaciones en un fetiche de la negociación. Cualquier cesión será atacada con dureza por los partidarios del Grexit, así que está obligado a empujar. Afirma estar dispuesto a escuchar otras opciones y lamenta que no haya sobre la mesa otras ideas, tal y como dijo el lunes en Bruselas su ministro de Exteriores. Pero en la práctica se ha bloqueado a sí mismo. Tusk ha dicho ya basta; cree que los sherpas, los negociadores técnicos, ya han hecho lo suficiente y que es hora de que los políticos den un paso al frente, pero faltan ideas.
El tema británico fue clave en la cena, pero no el único en la Cumbre. Los líderes escucharon antes los progresos en materia de refugiados, que son muy pocos. En la negociación con Turquía, que son discretos pese a que ahora todas las reuniones incluyen en algún momento a un invitado turco. Y sobre la polémica propuesta de esta semana de crear una Guardia Europea de Fronteras y Costas que puede intervenir en un país incluso si éste no quiere.
Una idea tan ambiciosa como controvertida y que cuenta con poquísimos partidarios más allá de la Comisión Europea. «Deben estudiarse con prontitud las propuestas presentadas», dice el comunicado de conclusiones del Consejo con el que trabajaron los líderes.
«Para preservar la integridad de Schengen, es indispensable recuperar el control de las fronteras exteriores. Es preciso resolver con rapidez las deficiencias observadas, en particular por lo que respecta a los puntos críticos, la reubicación y el retorno».
Eso sí, teniendo claro, como se repite una y otra vez desde todas partes, que la defensa de las fronteras es la prioridad. Que los inmigrantes sin derecho a asilo deben ser devueltos inmediatamente a sus países de origen. Y que la lucha contra las mafias es una prioridad.
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