En Canadá sí quieren a los musulmanes
Un expolicía sij, una refugiada que huyó de Afganistán y una descendiente de las naciones originarias forman parte del nuevo Gobierno, que acogerá a 25.000 sirios
El Correo, , 16-12-2015El precandidato republicano a la Casa Blanca Donald Trump ha pedido que se suspenda la entrada en Estados Unidos de todos los musulmanes, como se hizo en la Guerra Mundial con los japoneses. El exprimer ministro australiano conservador Tonny Abbott ha defendido la superioridad de la cultura occidental frente a aquella que «justifica matar en nombre de Dios» y ha invocado la urgencia de «corregir siglos de ideas falsas que hacen que el islam sea una amenaza al mundo». El líder del PP en Cataluña Xavier García Albiol ha proclamado sobre los inmigrantes que «o aceptan nuestros valores o que se vuelvan por donde han venido». El collar de perlas xenófobas cada vez da más vueltas en el cuello de muchos políticos, que intentan inocular el miedo. La sorpresa surge en Canadá, donde el nuevo Gobierno multicultural se ha comprometido a acoger a 25.000 refugiados sirios. Un buen ejemplo de respeto a la diversidad.
En plena ola de cicatería europea con los refugiados, la decisión de Canadá de mantener su compromiso de acogida de 25.000 desplazados de Siria es un soplo de aire fresco. El plan de reasentamiento contempla 36 ciudades como destino doce en Quebec y 23 en el resto del país y entre los refugiados hay familias completas, mujeres en situación de riesgo y homosexuales, según ha anunciado el Gobierno de Ottawa. Por supuesto que el protocolo incluye pruebas de seguridad y antes deberán estar registrados por las autoridades turcas o por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, pero acusarles de ser el ‘caballo de troya’ del yihadismo como han hecho políticos y obispos parece a todas luces desproporcionado.
Canadá siempre ha hecho gala de su multiculturalismo, un sello de identidad que ha resistido fuertes embestidas en momentos calientes. Y el nuevo Gabinete que ha nombrado el quebequés Justin Trudeau es todo un ejemplo del culto a la diversidad. No sólo porque la mitad sean mujeres o porque las diez provincias estén representadas e incluya a profesionales que no son políticos. El ministro de Defensa, Harjit Sajjan, es uno de los tres sijs que hay en el equipo gubernamental federal, religión que también profesan los ministros de Infraestructuras y de Desarrollo Económico. La ministra de Instituciones Democráticas, Maryam Monsef, huyó de Afganistán hace 20 años. La ministra de Justicia, Jody Wilson-Raybould, pertenece a las denominadas naciones originarias de Canadá. No son los primeros, pero hoy nos sirven para ponerlos como ejemplo de ascenso social en el país que les acogió. Después de años de haber tejido una red de ayuda a quienes llegaron como ellos, ahora pueden devolver lo que han aprendido con políticas mucho mas solidarias.
1. Jody Wilson-Raybould, ministra de Justicia, es miembro de las naciones originarias.2. Harjit Sajjan, ministro de Defensa, es sij.3. Maryam Monsef, ministra de Instituciones Democráticas, es afgana.
1. Jody Wilson-Raybould, ministra de Justicia, es miembro de las naciones originarias.2. Harjit Sajjan, ministro de Defensa, es sij.3. Maryam Monsef, ministra de Instituciones Democráticas, es afgana.
1. Jody Wilson-Raybould, ministra de Justicia, es miembro de las naciones originarias.2. Harjit Sajjan, ministro de Defensa, es sij.3. Maryam Monsef, ministra de Instituciones Democráticas, es afgana.
1. Jody Wilson-Raybould, ministra de Justicia, es miembro de las naciones originarias.
2. Harjit Sajjan, ministro de Defensa, es sij.
3. Maryam Monsef, ministra de Instituciones Democráticas, es afgana.
Sajjan es un teniente coronel que ha servido en los frentes de Bosnia y Afganistán, en el primero en un conflicto étnicoreligioso, cortando la limpieza étnica, y en el segundo contra los talibanes de Kandahar. También ha trabajado como inspector de policía en el departamento que combate a las pandillas de delincuentes y del crimen organizado en Vancouver. Nació en una aldea de Punjab, en India, y cuando tenía cinco años su familia emigró a Canadá, donde creció y se crió siguiendo las reglas del sijismo, una religión de casi 30 millones de fieles en todo el mundo, a los que a menudo se confunde con los musulmanes y los hindúes.
Monsef nació en 1985 en la ciudad afgana de Herat. Su padre murió en un tiroteo junto a la frontera con Irán, al igual que otros familiares que fueron perseguidos por su actividad política. En un momento dado, su madre cogió a Monsef y a sus dos hermanas y huyeron a Irán poniendo tierra de por medio de los talibanes. Cuando Monsef tenía 11 años, ante la amenaza constante de la deportación, la familia optó por trasladarse a Canadá en un largo y duro viaje a través de Pakistán y Jordania, donde vivieron gracias al apoyo de organizaciones caritativas. Psicóloga de profesión, ha militado en organizaciones de apoyo a los refugiados y siempre ha estado muy sensibilizada con los derechos de las mujeres. Fundó la Red Pashima en favor de las mujeres de Afganistán, donde los talibanes conculcan las libertades de este colectivo y les cierra las puertas a la educación. Habla inglés, farsi y dari.
Wilson-Raybould es una indígena miembro de las llamadas naciones originarias de Canadá, las primeras tribus que se asentaron en este inmenso territorio. Es descendiente del pueblo Musgamagw Tsawataineuk, que se estableció en el estrecho Queen Charlotte, al norte de Vancouver. Abogada comprometida con las organizaciones indígenas, siempre ha estado en la primera línea a la hora de defender los derechos de las primeras naciones en los complejísimos tratados y en el acceso de los nativos a la propiedad de las tierras y a los servicios de salud y educación. El ministro de Pesca y Océanos, Hunter Tootoo, es un inuk, descendiente del pueblo esquimal.
Este gabinete multicolor ha surgido tras una campaña en la que el multiculturalismo, la aceptación de los inmigrantes sin que renuncien a sus culturas y sus costumbres de origen, también ha estado presente. El Tribunal Federal de Apelaciones se negó a suspender una sentencia que permitía a Zunera Ishaq acudir a la ceremonia de toma de la nacionalidad canadiense cubriendo su rostro con el velo islámico. Los jueces lo hicieron, además, en un tiempo récord para que la joven pakistaní pudiera votar en las elecciones del pasado 19 de octubre, en las que salió derrotado el partido del primer ministro, Stephen Harper. El líder conservador había endurecido su postura con respecto el niqab, y si bien en un primer momento esa posición le favoreció en los sondeos, al final el asunto se convirtió en un bumerán y le pasó factura. Los canadienses son muy celosos de sus valores, pero no perdonan la manipulación política. Desde luego, la convivencia entre credos y culturas no se arregla con buenismo, pero tampoco con cálculos electorales y con intereses ideológicos o proselitistas.
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