El laboratorio de la ultraderecha en Francia

Béziers se convierte en avanzadilla del plan de Le Pen para la nación

El Mundo, MARÍA VALDERRAMA PARÍS, 06-12-2015

Los carteles de campaña del Frente
Nacional también hablan de liberación.
Pero no de la liberación de
1944, mito de la Resistencia francesa
contra los nazis y la unión en
torno a la República de la liberté,
égalité, fraternité. Hablan de librar
Francia de la que consideran su
principal «lacra»: inmigración e inseguridad,
dos asuntos por los que
al menos los gobiernos regionales
querrían empezar a cambiar.
El Frente Nacional parece estar
a las puertas del poder. Según los
sondeos, el partido de ultraderecha
es el primero en intención de voto
para la primera vuelta de las elecciones
en las regiones de Normandie-
Pas-de-Calais, al norte, y Provence-
Alpes-Côte d’Azur, conocida
como PACA, al sur. A éstas se le
suman también en las últimas encuestas
otras cuatro regiones. En
general, zonas azotadas por la crisis,
el desempleo y la pobreza que
reciben una inmigración masiva.
Esto no significa que el partido
vaya a gobernar, ya que la celebración
de dos votaciones, una este
domingo y la próxima el día 13,
permitiría a los electores de socialistas
y conservadores concentrar
sus votos en el que resulte adversario
del Frente Nacional.
Varios investigadores de la escuela
Sciences Po de París defienden
en el libro Les faux-semblants
du FN (los falsos prestextos del
FN), publicado el pasado mes de
octubre, que hablar de una carrera
del FN al Elíseo es, sin embargo,
hacer «ficción política» y «olvidar»
que el partido está «sólo en la escena
política francesa, como se demostró
en las marchas repúblicanas
del 11 de enero de 2015».
De cualquier modo, las elecciones
municipales de 2014, en las
que la ultraderecha ganó en una
docena de ciudades, marcaron un
antes y un después. Béziers, en la
región de Languedoc-Rosellón, se
ha convertido en una de las ciudades
más polémicas por el carácter de su nuevo alcalde, y es el ejemplo
de lo que podría venir.
Robert Ménard, fundador de la
ONG Reporteros sin Fronteras, es
un hombre sin pelos en la lengua,
como a él mismo le gusta definirse.
Se presentó a las elecciones de forma
independiente pero con el apoyo
de varios partidos de ultraderecha,
principalmente la formación
lepenista. Salió elegido con el
44,88% de los resultados en primera
vuelta y el 46, 98% en segunda.
Con 75.000 habitantes, Béziers
es la cuarta ciudad más grande la
región, después de Montpellier. La
mayor ciudad gobernada por el FN
y una de las diez más pobres de todo
el país. La miseria se localiza especialmente
en pleno centro, con
casas abandonadas, tiendas cerradas
y adoquines levantados. La delincuencia
es la preocupación principal
del 43% de lo habitantes, según
una encuesta de France 3. Los
vecinos se quejan de la inseguridad
y culpan por ello a los inmigrantes.
«Cuando paseamos por la ciudad
en busca de un restaurante, sólo
encontramos kebabs. Parece que
estamos en el Magreb», se quejaba
un vecino –de origen tunecino– en
Le Journal de Dimanche. Ménard
hizo de la seguridad y de la «recuperación
de las fiestas tradicionales
» su bandera ante las elecciones
y le fue bien. «Conseguir que la
gente de Béziers se sienta como en
casa y no como extranjeros en su
propio país», era uno de los mensajes
que lanzó antes de ser elegido.
En este año y medio, numerosas
de sus medidas han salido en los
periódicos y han levantado ampollas,
pero sus ciudadanos parecen
contentos. «Ya no voto etiquetas, sino
a gente que se mueve por su
ciudad, y Ménard conoce nuestros
problemas», reconocía recientemente
un inmigrante africano residente
en Béziers.
«Ahora, la policía municipal tiene
un nuevo amigo», rezaba un cartel
publicitario que invadió las marquesinas
de la ciudad a mediados de febrero,
ilustrado con una enorme pistola
automática. En realidad, se trataba
de un acuerdo respaldado por
el Estado que, tras los atentados de
enero, prometió a los alcaldes 4.000
pistolas y subvenciones para adquirir
chalecos antibalas. Sólo que Ménard
tuvo una particular forma de
dejar claro a sus vecinos que las patrullas
de noche irían bien equipadas,
por lo que pudiera pasar.
Ménard aseguró públicamente
en la televisión que un 64,4% de los
alumnos de su ciudad son de confesión
islámica. El regidor tuvo que
declarar ante la policía, ya que la
Constitución francesa prohibe la
realización de cualquier tipo de listas
étnicas, después de los conocidos
actos bárbaros cometidos durante
la Segunda Guerra Mundial.
Él mismo dijo haberse basado en
los nombres de los niños para llevar
a cabo el censo. «La República
no hace distinciones entre sus hijos
», le reprochó Manuel Valls a
través de Twitter.
Menos eco tuvieron las primeras
medidas que tomó Ménard a comienzos
de su legislatura, cuando
comenzó a establecer las normas
para cambiar el centro de la ciudad,
habitado principalmente por
inmigrantes de origen magrebí:
prohibido escupir en la calle, prohibido
tender la ropa en balcones y
prohibido instalar antenas en las
fachadas de los edificios y prohibida
también la apertura de nuevos
restaurantes de kebab.
El periodista reconvertido en político
estableció también un toque
de queda para que los menores de
13 años no puedan salir solos a la
calle entre las once de la noche y
las seis de la mañana.
«Sólo vengo a decirles que no
son bienvenidos en nuestra ciudad
». Así se dirigió Ménard a varias
familias de refugiados sirios
que se habían instalado en un edificio
abandonado de la localidad. El
ayuntamiento grabó la visita del alcalde,
acompañado por la policía
local, en la que expresaba de esta
manera tajante su rechazo a la acogida
de refugiados. Sin embargo,
una de las primeras medidas del
regidor fue hermanar Béziers con
Maaloula, ciudad con mayoría de
población cristiana en Siria. Su
problema es el islam.
Ahora, la ciudad que se ha convertido
en el auténtico laboratorio
de la ultraderecha gala durante este
primer periodo de prueba hace
intensa campaña por las Le Pen
–Marine y Marion Maréchal, tía y
sobrina se presentan como cabeza
de lista en dos regiones–.
Ménard dice que hablar de izquierda
o derecha es hablar de
«viejos fantasmas» y «pensamientos
muertos», y promete en Twitter
recuperar la Francia de Luis XIV,
de Napoleón y Carlos Martel. Éste
último, fundador de la dinastía Carolingia,
es famoso por haber derrotado
al emir árabe Abderramán
y frenar el avance del islam en Occidente
en el siglo VIII, aunque para
ello tuviera que someter la región
de Languedoc y, de paso, calcinar
la ciudad de Béziers.
La ciudad hace
campaña por Marine
y Marion, cabezas de
lista en dos regiones
Para los menores de
13 años rige un toque
de queda entre las
23.00 y las 6.00

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