El Rey repara la expulsión de los judíos de 1492
Recibe en el Palacio Real a los sefardíes tras la ley que les otorga la nacionalidad española
El Mundo, , 01-12-2015La Corona española escenificó ayer una reparación histórica al cabo de cinco largos siglos. Felipe VI recibió en Palacio a los descendientes de aquellos 200.000 judíos que fueron expulsados por sus antecesores, los Reyes Católicos, en marzo de 1492. «¡Cuánto os hemos echado de menos! Ya habéis vuelto para siempre a vuestro hogar», solemnizó el actual monarca constitucional ante decenas de auténticos sefardíes, acomodados en el lujoso comedor real y acompañados por los máximos representantes de la comunidad judía afincada ya, desde hace décadas, en el que fuera su país.
Y es que lo que ayer se celebraba 522 años y ocho meses después de aquella expulsión –no la primera en la Europa medieval, pero sí la más sonada– no era tanto su regreso como su reconocimiento jurídico como españoles de pleno derecho.
Los seculares sonidos de la zanfona y la mandola se colaron en una ceremonia en la que el sucesor de los Reyes Católicos y sus invitados rivalizaron a la hora de repetir la palabra mítica: «Sefarad». «Tras esta ley, Majestad, más que nunca Sefarad es España», dijo en su intervención Eli Cohen, el primero de los descendientes de una de aquellas familias sefardíes, nacido ya en España.
Fue a mediados del siglo XX cuando los judíos, todavía bajo el régimen de Franco, empezaron el retorno, y ya en 1968 pudieron abrir su primera sinagoga. Pero no fue hasta el mes de junio del presente año cuando las Cortes españolas aprobaban una ley que otorgaba la nacionalidad a los sefardíes originarios de España. Antes de su entrada en vigor, en octubre pasado, 4.302 sefardíes se convertían en españoles por carta de naturaleza. Hoy 583 más se encuentran en trámites.
Atendiendo precisamente a estos últimos, y tras expresar su «gratitud» a todas las instituciones, el presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, Isaac Querub, pidió al Rey y al Gobierno que «compense los aspectos más exigentes de la ley con una interpretación equilibrada y sensible».
Querub aprovechó además para hacer su particular aportación en el contexto de la crisis generada por el islamismo radical: «La forma de respuesta al fanatismo es defender los valores que nos unen, y que beben de la tradición judeocristiana». Y tampoco se cortó nada al calificar el «edicto» de expulsión dictado por los Reyes Católicos de «infame».
Lo cierto, en todo caso, es que los sefardíes y el monarca coincidieron en subrayar la «lealtad» de aquellos viejos españoles a su «patria» y a la propia lengua. «Majestad», terminó Querub en un tono emotivo, «se nos ha llamado españoles sin patria pero, por el ejemplo de nuestros padres, seremos embajadores de un país al que fuimos incapaces de dejar de amar».
«Todos somos ciudadanos españoles en la construcción de una España mejor», les exhortó Felipe VI, quien recordó la «vieja llave» de una casa que los sefardís le regalaron como símbolo de aquella pérdida secular; y concluyó: «Considero que la ley aprobada y el acto que celebramos reafirman el deseo de que esas llaves abandonen el halo de leyenda para representar ahora una nueva y definitiva apertura de las puertas de España a los hijos de Sefarad».
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