Indecente
Diario Sur, , 30-11-2015Por su bien, este personaje debería estar calladito y así no mostrar a las claras la baja talla moral y humana que le caracteriza; pero como es sabido los malos bichos suelen ser arrogantes y no pueden controlar su incontinencia verbal. Donald Trump, millonario de profesión y bocazas de vocación, es ahora candidato a las primarias del Partido Republicano a la Casa Blanca, y haciendo gala de su pestilente racismo, hace unos meses no se le ocurrió otra cosa a esta criatura que calificar a los inmigrantes mexicanos ilegales como «corruptos, delincuentes y violadores» en un discurso que realizó en las primarias para presentar su candidatura como presidente de Estados Unidos, añadiendo su propuesta de construir un muro entre las fronteras de Estados Unidos y México, que tendría que ser pagado por México. Ni que decir que estas disparatadas afirmaciones encontró una cascada de reacciones críticas por parte de la comunidad latina en EE UU y general de todas las personas de bien, pero hace unos días, lejos de moderar su lengua viperina, en un acto en Carolina del Sur, Trump respondió a Kovaleski, periodista que padece artrogriposis y tiene limitados los movimientos de sus brazos, afirmando «Ahora el pobre dice: ‘Oh, no sé lo que dije, no recuerdo’» mientras movía sus brazos con gestos de burla y cambiaba su tono de voz (vean ustedes cualquier vídeo sobre tan lamentable discurso). El ‘motivo’ del enfado de este cabestro (con perdón para este animal) es que el citado periodista discapacitado no respaldó las tesis de Trump sobre un supuesto apoyo a los atentados de 11 – S por parte de la comunidad musulmana de Nueva Jersey.
No soy un obseso del lenguaje políticamente correcto, es más, todos podemos caer en un momento determinado en un comentario desafortunado, pero lo que cabe reprochar a este sujeto es que se burló de la desgracia de un ser humano de manera deliberada, en un acto público y con una expresa voluntad de menospreciar y humillar. Y además pretende ser el futuro presidente de los EE UU. Este tipejo no le llega a la suela de los zapatos al blanco de sus burlas e ignora que los discapacitados, como cualquier persona, merecen respeto y solidaridad y son un ejemplo de valentía y fuerza de voluntad ante el reto de que las barreras que sufren sean menos dañinas y excluyentes, evitando el paternalismo y con la convicción de que lo que piden no son regalos, son derechos.
Disculpen la dureza del título de la columna, pero es la calificación más suave que me merece este saco de maldad con aspiraciones políticas.
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