28ª edición de la carrera popular

El ‘pantone’ de la diversidad

La artista Angélica Dass fotografía a voluntarios vizcainos para su proyecto ‘Humanae’, en el que realiza un inventario sobre los diferentes tonos de la piel

Deia, Ane Araluzea, 27-11-2015

Bilbao – Cuando Angelica Dass (Río de Janeiro, 1979) se disculpa por su voz provoca algo parecido al asombro. “Durante la sesión de ayer no pare de hablar”, indica la artista de origen brasileño con una entonación melódica que se revela como profundamente tranquilizadora para aquellos que han sido seducidos a través de su lente fotográfica. Hasta la fecha, más de 3.000 personas han posado para su proyecto Humanae con el que persigue destruir los prejuicios que existen en torno al tono de la piel a través del inventario cromático de Pantone, el sistema de identificación y comparación del color para las artes gráficas.

Tras una breve estancia en Getxo, la creadora llegó ayer a Bilbao Arte donde, a través de un trabajo que continuará hoy, retratará a 55 personas residentes en Bizkaia para su catálogo. Con independencia de la edad, la condición religiosa, el origen o situación económica, Dass lucha de forma activa contra el racismo mientras construye su particular oda por la igualdad. “Engancha como un guante con la estrategia antirrumor que tenemos sobre los estereotipos y los prejuicios respecto a múltiples cuestiones”, señalan desde el Ayuntamiento de Bilbao, que ofrecerá el resultado del trabajo de la artista en una exposición móvil que recorrerá la villa el 21 de marzo de 2016, Día Internacional contra la Discriminación Racial.

“¿Cómo tuviste conocimiento del proyecto?”, pregunta la brasileña a Aitor, uno de los voluntarios citados a primera hora de la tarde de ayer. A través de una conversación distendida, Dass crea una atmósfera de confianza, la suficiente como para que los fotografiados se dejen retratar con los hombros desnudos. “Lo único que tienes que hacer es mirar”, indica mientras trata de captar la esencia del ser humano frente a su cámara. “Cierra los ojos, ábrelos, respira…”, guía la artista que acostumbra a colgar todas las fotografías en su página web tras catalogarlas con las diferentes series de Pantone tomando como referencia el color de la nariz de cada uno, lo que sirve de fondo de la imagen.

Código internacional Pero, ¿cuál fue el inicio de Humanae? “Empecé haciendo retratos de mi familia, que es muy colorida”, explica Angélica Dass, hija de un padre negro que fue adoptado por una familia blanca y de una madre de origen mulato e indígena. “Quería destruir por completo la idea de color asociado a la raza. Blanco, rojo, negro, amarillo… Es un estándar internacional de colores que se utiliza para separarnos y mostrarnos como opuestos”, apunta la artista que ha optado por otro código internacional industrial, el Pantone, para mostrar esa diversidad que se perfila indeterminada en su trabajo. “Intento encontrar el color real de las personas pero, aunque hable de colores, estoy hablando de muchas mas cosas”, razona.

Valparaíso (Chile), Daegu (Corea del Sur), Bergen (Noruega), New Delhi (India), Pittsburgh (Estados Unidos) o Adís Abeba (Etiopía). Angélica Dass ha trabajado en 17 ciudades para elaborar su obra de vocación universal. A través de convocatorias públicas y la difusión en redes sociales, la artista realiza su particular “familia global y universal” en la que personas que pertenecen a la lista Forbes comparten proyecto con personas que viven en favelas. “Hice fotos en la sede de la Unesco en París y también he trabajado con personas con discapacidad física o intelectual”, destaca la artista cuyo próximo objetivo está en Córdoba, Argentina.

La ausencia de ropa y complementos es la que iguala en condiciones a todos aquellos que posan frente a su lente. “La vestimenta aporta muchos códigos sobre el lugar en el que hemos nacido, la clase social a la que pertenecemos… Lo que quiero es llamar la atención sobre la humanidad”, concluye la fotógrafa sobre su forma de retratar a los voluntarios, “tal y como llegan al mundo, sin etiquetas ni juicios o cargas que tenemos en la sociedad”. Por eso, a pesar de la información previa de que dispone sobre aquellos a los que fotografía, afirma que nada de ello se intuye en sus imágenes.

Sintonía con el concepto Para ninguna de las convocatorias existe un casting previo, es la gente la que se suma al proyecto, como ha ocurrido en Bilbao, donde según los organizadores “se han rebasado todas las expectativas”. Aunque lo habitual es que Angélica Dass permanezca más tiempo allá donde acude a fotografiar, el límite temporal ha hecho que en la capital vizcaina no pueda sacar más de 55 fotografías. “Hemos acotado el número pero no hemos hecho una selección”, señala la artista que tilda de “aleatoria” la selección de voluntarios a través de las solicitudes, por lo que es imposible determinar el color de su piel de antemano. “Es una muestra de la diversidad”, dice.

Lo que la creadora brasileña tiene claro es que el suyo es un trabajo común. “Aunque haya tenido la idea y apriete el botón, este es un trabajo colectivo de 3.000 personas. Cada uno que se sienta frente a mi cámara es responsable y consciente del objetivo del proyecto. Es fundamental que participe gente que cree en el mensaje que quiero transmitir y que me preste su cara para ello”, muestra Dass, quien trata de que aunque sea por unos segundos los voluntarios se enamoren de su idea para poder difundir el compromiso que plantea la obra en relación a la convivencia.

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