Aunque nació como un epidemia y su contagio se tomaba como «una sentencia de muerte», en la actualidad es posible vivir y convivir con el virus del sida. Puede que sea ese el motivo por el que durante la última década la transmisión del VIH entre homosexuales que no usan preservativo haya aumentado un 33 % en Euskadi, «aquellos que no han crecido con el terror». Esa es al menos una de las conjeturas que el consejero de Salud, Jon Darpón, ha lanzado hoy a los medios de comunicación durante una comperencia sobre los avances de Osakidetza frente a la enfermedad.

Según el consejero, esta pérdida de miedo sería una de las principales razones por las que se han detectado nuevos casos entre jóvenes menores de 29 años – la edad media de contagio se sitúa en los 37 – . Uno de los puntos que más preocupa a Osakidetza, ha asegurado, junto al coordinador del Plan del Sida e Infecciones de Transmisión Sexual de Osakidetza, Daniel Zulaika, y la presidenta de la Comisión Ciudadana Antisida de Bizkaia, Marta Pastor.

Lo que es seguro es que el colectivo homosexual es el más vulnerable ante la enfermedad: hasta el 48 % de las nuevas infecciones se transmiten a través de relaciones entre personas del mismo sexo. Por eso, este sigue siendo el colectivo prioritario de Osakidetza en las tareas de prevención, en las que las ONG son «la punta de lanza».

A pesar del aumento en el número de infecciones en este grupo, el general de los casos registrados entre 2009 y 2014 en Euskadi han descendido un 26 %. Los principales ‘coladeros’ del virus, además del sexo sin protección, se encuentran en los consumidores de drogas intravenosas, las prostitutas, sus clientes y las personas inmigrantes en situación de exclusión. Sectores todos ellos a los que es más difícil hacer llegar los mensajes preventivos.

En el caso de este último grupo, el de los inmigrantes, Pastor ha denunciado que salvo en Euskadi, en el resto de España «no puedan acceder a los tratamientos antirretrovirales». Las ONG vascas que trabajan en el campo del sida activan un protocolo de acompañamiento a las personas inmigrantes cuando se detecta una nueva infección para garantizar que obtienen el tratamiento necesario a través de Osakidetza. Así, Pastor se ha sumado a Darpón en la petición de derogación del decreto del Gobierno español que limita el acceso de estas personas a la sanidad pública.

Estigmas

El consejero de Salud ha explicado que mientras los avances logrados «son enormes en lo científico» – se está investigando una vacuna terapéutica que sustituiría a las pastillas – , en lo social persiste «el estigma» en torno a quienes padecen esta enfermedad. Por poner un ejemplo, el 55 % de la población no querría que un hijo suyo fuera al mismo colegio que otro con VIH, cuando la realidad es que los tratamientos antirretrovirales eliminan el riesgo de contagio.

Los niños y menores de edad infectados por VIH, además, «prácticamente han desaparecido»: solo uno o dos casos al año, la mayoría inmigrantes, hijos de madres que acaban de llegar a Euskadi o que no han accedido al sistema sanitario, ha apuntado Zulaika.

Como muestra del camino ya avanzado en la lucha contra el sida, Darpón ha subrayado el éxito de Osakidetza al haber cortado la transmisión del VIH de madres portadoras a sus bebés a través del embarazo y el parto.

Actualmente, el servicio de salud vasco atiende a 6.000 pacientes seropositivos, de los que 9 de cada 10 están en tratamiento antirretroviral. Cada año se detectan alrededor de 150 casos nuevos, tres por semana.